Además, la palabra de Jehová vino a mí, diciendo,
Hijo de hombre, dirige tu rostro contra el monte Seir, y profetiza contra él.
Y diles: Así dice el Señor Jehová: He aquí, estoy contra ti, oh monte Seir, y extenderé mi mano contra ti, y te haré una desolación y un asombro.
Arrasaré tus ciudades, y tú serás desolado; y sabrás que yo soy Jehová.
Porque tuviste una enemistad perpetua, y entregaste a los hijos de Israel al poder de la espada en el tiempo de su calamidad, en el tiempo de la maldad del fin;
Por tanto, por mi vida, dice el Señor Jehová, te prepararé para sangre, y la sangre te perseguirá: ya que no has odiado la sangre, por tanto, la sangre te perseguirá.
Así te convertiré en desolación y asombro, monte Seir, y exterminaré de ti al que pase y al que regrese.
Y llenaré tus montañas con tus muertos: en tus montañas y en tus valles y en todos tus cursos de agua caerán los que sean muertos a espada.
Te convertiré en una desolación perpetua, y tus ciudades no serán habitadas; y sabréis que yo soy Jehová.
Porque has dicho: Estas dos naciones y estos dos países serán míos, y los poseeremos; aunque Jehová estuvo allí:
Por tanto, por mi vida, dice el Señor Jehová, yo actuaré según tu enojo, y según tu envidia que has mostrado por tu odio contra ellos; y me daré a conocer entre ellos, cuando te juzgue.
Y sabrás que yo, Jehová, he oído todas tus injurias que has dicho contra los montes de Israel, diciendo: Están desolados, nos han entregado para devorar.
Y os habéis engrandecido contra mí con vuestra boca, y habéis multiplicado vuestras palabras contra mí: lo he oído.
Así dice el Señor Jehová: Cuando toda la tierra se alegre, yo te haré desolado.
Como te alegraste por la herencia de la casa de Israel, porque estaba desolada, así te haré a ti: serás desolado, monte Seir, y todo Edom, todo él; y sabrán que yo soy Jehová.