Biblia Sagrada

Job: De la Desesperación a la Devoción – Un Retrato de Fe ante la Adversidad

Había una vez un hombre cuyo nombre era Job. Un hombre fiel y justo, pero que entró en los tiempos de prueba más grandes de su vida. Cada día era como una lucha, sus días como los de un jornalero que anhelaba la sombra y buscaba su salario con detenimiento.

Se le dieron meses de miseria y noches de agotamiento. «Cuando me acuesto, solo puedo preguntar, ¿cuándo me levantaré?» Job se lamentaba, inquieto hasta el amanecer. Su cuerpo estaba cubierto de llagas y gusanos, su piel se cerraba y se rompía una y otra vez. Sus días pasaban más rápido que el telar de un tejedor, sin una pizca de esperanza.

Job sabía que su tiempo en la tierra era efímero, «mi vida es un soplo; mi ojo ya no verá el bien». Nadie volvería a verle una vez que partiera, al igual que una nube se disipa y desaparece, así también él descendería al Seol y nunca más regresaría.

Aunque estas palabras puedan parecer amargas, Job no se quedaba callado. Hablaba desde la angustia de su espíritu, se quejaba con la amargura de su alma. «¿Soy un mar, o un monstruo marino, que estableces guardia en mí? Cuando busco consuelo en mi cama, con sueños me asustas e inquietas con visiones».

La angustia de Job era tan grande que anhelaba la muerte más que soportar su sufrimiento: «Mi alma prefiere la asfixia, y la muerte en lugar de estos huesos».

Job se preguntaba, «¿Qué es entones el hombre, que tú lo ponderes, que lo visites cada mañana y lo pruebes en cada momento? ¿Por qué no apartas de mí tu mirada, que me dejes solo hasta que pueda tragar mi saliva?. Si he pecado, ¿qué te he hecho a ti, vigilante de los hombres?»

Pero, ¿por qué Job era una carga para él mismo y por qué la transgresión no era perdonada? Debía acostarse en el polvo. Y aunque Dios lo buscase, ya no estaría allí.

Así es la historia de Job, un hombre que, a pesar de su sufrimiento y desesperación, se aferró a su fe en Dios, cuestionándose incansablemente el propósito de su existencia y su sufrimiento. Este relato nos recuerda la fragilidad de nuestra existencia y nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas.

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