Biblia Sagrada

Here are a few title options within the 100-character limit in Spanish: 1. **El banquete de la unidad en Cristo** 2. **La cena que unió a la iglesia** 3. **Fe y amor en la mesa de Marcelo** 4. **La lección de Marcelo y los creyentes** 5. **Comida, fe y comunión en Roma** Let me know if you’d like any refinements!

**El Banquete de la Fe**

En los días en que la iglesia en Roma comenzaba a crecer, entre judíos y gentiles convertidos, surgieron tensiones por las diferencias en sus costumbres. Algunos, criados en la ley mosaica, solo comían vegetales por temor a que la carne hubiera sido sacrificada a los ídolos. Otros, seguros de su libertad en Cristo, comían de todo sin preocupación. Y así, en medio de esta disputa, se desarrolló una historia que reflejaba las sabias palabras del apóstol Pablo: *»El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come, porque Dios le ha aceptado»* (Romanos 14:3).

**El Dilema de Marcelo**

Marcelo, un hombre romano de noble linaje, había abrazado el evangelio con fervor. Habiendo vivido entre filósofos y banquetes paganos, ahora encontraba gozo en su nueva fe. Un día, invitó a varios hermanos a su casa para compartir una cena en honor al Señor. La mesa estaba adornada con panes, frutas, y un cordero asado, preparado por sus sirvientes. Entre los invitados estaba Aquila, un judío creyente, y su esposa Priscila, quienes al ver la carne, intercambiaron una mirada de preocupación.

—Hermano Marcelo —dijo Aquila con respeto—, ¿sabes de dónde provino este cordero?

Marcelo, sin entender la inquietud, respondió con franqueza:

—Lo compré en el mercado, como siempre. ¿Hay algún problema?

Priscila, con delicadeza, explicó:

—Algunos carniceros venden carne que antes fue ofrecida a los dioses falsos. Nosotros, por conciencia, evitamos comerla para no contaminarnos.

Marcelo frunció el ceño. Para él, aquellos ídolos no eran nada, y la carne era solo carne. Sin embargo, antes de que pudiera responder, otro invitado, Lucio, un griego convertido, soltó una risa burlona.

—¡Vamos! ¿Aún viven bajo esas supersticiones? Cristo nos ha liberado de esas ataduras.

El rostro de Aquila se ensombreció, mientras Priscila bajó la mirada. La tensión llenó el aire como un humo espeso.

**La Sabiduría de Lidia**

Entre los presentes estaba Lidia, una mujer madura y llena del Espíritu, quien había vendido púrpura en Filipos antes de seguir a Pablo. Viendo la discordia, alzó su voz con calma:

—Hermanos, ¿no ha escrito el apóstol que el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo? (Romanos 14:17). Marcelo, tu generosidad al invitarnos es digna de alabanza. Aquila y Priscila, su temor es por amor a Dios. ¿Por qué juzgarnos unos a otros?

Marcelo, aunque inicialmente molesto, recordó las palabras de Pablo: *»Ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí»* (Romanos 14:7). Respiró hondo y dijo:

—Tienen razón. No quiero ser tropiezo para nadie. Si alguno prefiere no comer carne, tenemos pan, aceitunas y queso. Todos somos de Cristo, y Él nos recibe como somos.

Aquila, conmovido, añadió:

—Y nosotros no debemos imponer nuestra conciencia sobre los demás. Si Marcelo come con acción de gracias, su fe es firme.

**La Cena Bendita**

Así, aquella noche, compartieron el pan y la sal en armonía. Algunos comieron carne, otros solo vegetales, pero todos partieron el mismo pan espiritual. Al final, Marcelo propuso un brindis con vino, diciendo:

—Porque si comemos, para el Señor comemos; si no comemos, para el Señor nos abstenemos (Romanos 14:8).

Y en ese momento, la presencia de Dios se hizo tangible, uniendo sus corazones en amor.

**La Lección Eterna**

Desde entonces, la iglesia en Roma recordó aquella cena como un ejemplo de caridad y humildad. Porque, como Pablo enseñaba, *»cada uno estará plenamente convencido en su propia mente»* (Romanos 14:5). Y así, evitando ofensas y edificándose mutuamente, caminaron en la luz de Cristo, sabiendo que al fin, *»todos compareceremos ante el tribunal de Cristo»* (Romanos 14:10).

Y en esto, hallaron la verdadera comunión.

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