Biblia Sagrada

Here’s a concise and engaging title in Spanish (under 100 characters, without symbols or quotes): **La Sabiduría de Obed: Guiando Corazones en Judá** (Alternative, shorter option: **Obed y la Sabiduría que Une**) Both fit the story’s theme of divine wisdom restoring harmony. Let me know if you’d like any adjustments!

**La Sabiduría que Guía los Pasos**

En los días del rey Ezequías, cuando Judá buscaba restaurar la justicia y el temor de Dios, hubo un hombre llamado Obed, un escriba fiel que habitaba en las afueras de Jerusalén. Obed era conocido por su sabiduría y su corazón humilde, pues meditaba día y noche en los proverbios de Salomón. Entre ellos, uno resonaba en su alma como un eco divino: *»Del Señor es la respuesta de la lengua; del Señor proviene toda palabra justa»* (Proverbios 16:1).

Una tarde, mientras el sol se ocultaba tras los montes de Judea, llegaron a su casa dos hermanos, Rubén y Jonatán, envueltos en una disputa amarga por la herencia de su padre. Sus voces eran ásperas, sus miradas llenas de rencor, y cada uno acusaba al otro de codicia. Obed, recordando las palabras de Proverbios 16:2 (*»Todos los caminos del hombre son limpios a sus propios ojos, pero el Señor pesa los espíritus»*), les invitó a sentarse bajo el olivo que crecía en su patio.

Con calma, les sirvió agua fresca y pan, y antes de hablar, oró en silencio: *»Señor, endereza mis palabras como arroyos en el desierto, para que lleven vida y no división»*. Luego, mirándolos con ternura, les dijo:

—Hermanos, ¿no saben que *»el orgullo precede a la destrucción, y la altivez del espíritu, a la caída»*? (Proverbios 16:18). Su padre, que descansa con los patriarcas, no querría verlos así.

Rubén, el mayor, bajó la vista avergonzado, pero Jonatán, más joven e impulsivo, replicó:

—¡Él siempre lo favoreció a él! ¡Y ahora pretende quedarse con la mejor parte de los campos!

Obed no se alteró. Sabía que *»el corazón sabio hace prudente la boca y añade gracia a sus labios»* (Proverbios 16:23). Con paciencia, les recordó la historia de Abraham y Lot, cómo la discordia entre familiares solo trajo dolor, y cómo la generosidad había sido recompensada por Dios.

—¿Qué ganan con pelear? —les preguntó—. *»Mejor es adquirir sabiduría que oro refinado, y más vale adquirir inteligencia que plata»* (Proverbios 16:16).

Poco a poco, sus palabras, impregnadas de la verdad divina, ablandaron sus corazones. Rubén, con lágrimas en los ojos, extendió la mano hacia su hermano.

—Perdóname, Jonatán. He sido necio.

Jonatán, conmovido, abrazó a su hermano y murmuró:

—Yo también he pecado con mi ira.

Obed sonrió, sabiendo que *»cuando los caminos del hombre agradan al Señor, aun a sus enemigos hace estar en paz con él»* (Proverbios 16:7). Esa noche, bajo las estrellas, compartieron una cena en paz, y al partir, decidieron dividir la herencia con equidad, dejando una porción para los huérfanos de la ciudad, como ofrenda al Señor.

Años más tarde, cuando la fama de la sabiduría de Obed se extendió por Judá, muchos venían a consultarle. Él siempre señalaba hacia el cielo y decía:

—No es mi sabiduría, sino la del Altísimo, que *»ha hecho todo para un fin, y aun al impío para el día del mal»* (Proverbios 16:4). Aprendan a confiar en Él, y sus pasos serán firmes.

Y así, la vida de Obed se convirtió en testimonio vivo de que *»el que renuncia al mal agrada al Señor, y con los rectos establece amistad»* (Proverbios 16:17). Su historia quedó grabada en los corazones de quienes buscaban la verdad, recordándoles que cada decisión, cada palabra y cada pensamiento debían ser entregados a Aquel que pesa los corazones y guía los pasos del justo.

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