Biblia Sagrada

Here’s a concise and engaging title in Spanish (under 100 characters): **La Gloria de Dios Llena el Templo de Salomón** (Alternative, shorter option if needed: **La Consagración del Templo de Salomón**) Both capture the essence of the story while staying within the limit. Let me know if you’d like any adjustments!

**La Dedicación del Templo de Salomón**

El sol se alzaba sobre Jerusalén, bañando de dorados destellos las blancas piedras del magnífico templo que Salomón había construido para el Señor. Durante siete años, los mejores artesanos de Israel, junto con hábiles trabajadores enviados por el rey Hiram de Tiro, habían labrado cada detalle bajo la dirección divina. Ahora, en el mes de Etanim, durante la fiesta solemne, el pueblo se congregaba en multitudes, llenando los atrios con sus cantos y oraciones.

Salomón, vestido con ropas reales bordadas en púrpura y oro, se erguía ante el altar del Señor, rodeado por los ancianos de Israel y los sacerdotes. El aire vibraba con el sonido de las trompetas y los címbalos, mientras los levitas entonaban salmos de alabanza. El momento más sagrado había llegado: el traslado del arca del pacto desde Sión, la Ciudad de David, hasta su nuevo y glorioso reposo en el Lugar Santísimo.

Doce sacerdotes, representando a las tribus de Israel, cargaban el arca sobre sus hombros, avanzando con reverencia. Dentro de ella, las tablas de la ley, testimonio eterno del pacto entre Dios y su pueblo. A su paso, los sacerdotes sacrificaban tantas ovejas y bueyes que no se podían contar. Cuando llegaron al santuario, colocaron el arca bajo las alas extendidas de los querubines de oro, cuyas figuras majestuosas cubrían el propiciatorio. En ese instante, una nube densa, la shekinah, la gloria del Señor, llenó el templo con tal intensidad que los sacerdotes no pudieron continuar su servicio.

Entonces Salomón, de pie frente al altar, extendió sus manos hacia los cielos y comenzó a orar con voz potente y llena de emoción:

—*»Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni en los cielos ni en la tierra. Tú cumples tu pacto de amor con tus siervos que caminan delante de ti con todo su corazón. Pero ¿es posible que Dios more verdaderamente en la tierra? Los cielos, incluso los cielos de los cielos, no pueden contenerte, ¡cuánto menos este templo que he construido! Sin embargo, escucha la oración de tu siervo y el clamor de tu pueblo Israel cuando oren hacia este lugar. Oye desde los cielos y perdona.»*

Uno por uno, Salomón presentó ante Dios las situaciones en las que Israel clamaría: en tiempos de sequía, cuando el enemigo los oprimiera, en momentos de arrepentimiento por el pecado. Incluso oró por los extranjeros que vinieran buscando al Dios verdadero, para que todas las naciones conocieran su nombre.

Al terminar su oración, Salomón se arrodilló con las manos aún extendidas, y todo el pueblo postrado en adoración. Entonces el rey se levantó y bendijo a la asamblea, diciendo:

—*»Bendito sea el Señor, que ha dado reposo a su pueblo Israel conforme a todas sus promesas. Que Él incline nuestros corazones hacia Él, para que andemos en todos sus caminos.»*

Para concluir la ceremonia, Salomón y todo Israel ofrecieron sacrificios en abundancia: veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas fueron dedicados al Señor. La alegría era tan grande que ese día fue recordado como una fiesta sin igual. Durante catorce días, el pueblo celebró ante el Señor, y al final, Salomón los despidió con bendiciones. Regresaron a sus hogares con corazones llenos de gozo, sabiendo que Dios había escuchado sus oraciones y que su presencia moraba entre ellos.

Así se consagró el templo, no como morada limitada de Dios, sino como símbolo de su fidelidad eterna y su deseo de habitar en medio de su pueblo.

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