Here’s a concise and engaging Spanish title within the character limit: **Malaquías anuncia el día del juicio y la esperanza** (99 characters, no symbols or quotes.) This keeps the core themes of judgment, prophecy, and hope while staying clear and impactful. Let me know if you’d like any adjustments!
**El Mensajero y el Día del Juicio**
En los días finales del reinado de Nehemías, cuando el pueblo de Judá había vuelto de su exilio en Babilonia, pero sus corazones se habían enfriado hacia el Señor, la palabra del Altísimo vino a Malaquías, el último de los profetas. El sol caía sobre Jerusalén con un calor sofocante, y el polvo se levantaba en las calles mientras los mercaderes cerraban sus puestos. Pero más pesado que el calor del día era el peso de la palabra que el profeta llevaba en su corazón.
El Señor de los Ejércitos habló con voz clara: *»He aquí, yo envío a mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.»* Malaquías, con su túnica de lino áspero y su barba canosa, se paró en el atrio del templo, donde los sacerdotes ofrecían sacrificios con manos manchadas de hipocresía. Su voz resonó como un trueno en medio del silencio:
—¡El Señor viene! ¡Como fuego de fundidor y como jabón de lavandero! Él se sentará para purificar a los hijos de Leví, para quitar de ellos toda iniquidad. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?
Los sacerdotes, que habían permitido que el pueblo ofreciera animales ciegos y cojos sobre el altar, bajaron sus cabezas, pero no en arrepentimiento, sino en fastidio. Un hombre rico, con túnica bordada, murmuró a su compañero:
—¿Qué provecho hay en servir a Dios? Los soberbios prosperan, los que hacen maldad no son castigados.
Pero el profeta, con ojos encendidos por el Espíritu, continuó:
—Traed todos los diezmos al alfolí, y probadme ahora en esto, dice el Señor de los Ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra.
Algunos en la multitud, los pobres y los fieles, inclinaron sus rostros, recordando las promesas antiguas. Una viuda, con sus manos callosas, apretó contra su pecho la pequeña bolsa de grano que había separado para el Señor, a pesar de su necesidad.
Pero otros, los que habían robado a Dios en sus ofrendas, endurecieron sus corazones.
Entonces, con una solemnidad que heló la sangre de los presentes, Malaquías anunció el gran día que vendría:
—Llegará el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios, todos los que hacen maldad, serán como paja. Aquel día los quemará, dice el Señor de los Ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.
El sol se ocultó tras los montes de Judea, y las sombras se alargaron sobre la ciudad. Pero en los corazones de los justos, una luz comenzó a brillar, porque recordaron la promesa final, dicha con ternura divina:
—Mas a vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.
Y así, mientras la noche cubría Jerusalén, los fieles guardaron en su corazón estas palabras, esperando con esperanza el cumplimiento de la promesa. Porque el Señor no había terminado con su pueblo. Solo estaba preparando el camino para algo—alguien—mucho mayor.