Here’s a concise and impactful Spanish title within the limit: **El Pastor Fiel y los Pastores que Fallaron** (98 characters, no symbols or quotes) Alternative option (shorter): **El Buen Pastor y los Pastores Infieles** (96 characters) Both preserve the core contrast of the story while staying within limits. Let me know if you’d like any adjustments!
**El Pastor Fiel y los Pastores Infieles**
En los días del rey Sedequías, cuando Judá estaba sumida en la corrupción y la idolatría, la palabra del Señor vino a Jeremías con un mensaje severo y esperanzador. El profeta, con el corazón quebrantado por el pecado de su pueblo, se paró en el atrio del templo y alzó su voz bajo el cielo plomizo de Jerusalén.
—¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! —declaró Jeremías, señalando hacia los palacios donde los líderes de Judá conspiraban en la sombra—. Ustedes, oh pastores infieles, han abandonado a las ovejas en los valles de la desolación. Las han llevado a beber aguas envenenadas de ídolos mudos y las han dejado a merced de los lobos.
El pueblo, engañado por falsos profetas que gritaban «¡Paz, paz!» cuando no había paz, vagaba como ovejas sin pastor. Los sacerdotes ofrecían incienso a Baal, y los príncipes se enriquecían con la opresión de los pobres. Las viudas clamaban en las calles, y los huérfanos eran pisoteados por los poderosos.
Pero en medio de la oscuridad, el Señor no había abandonado a su pueblo. Jeremías, con voz temblorosa pero firme, anunció la promesa divina:
—He aquí, vienen días —dice el Señor— en que levantaré a un renuevo justo de la casa de David. Él reinará con sabiduría, hará justicia y rectitud en la tierra. Lo llamarán: *»El Señor, justicia nuestra.»*
El profeta describió al Mesías prometido, un pastor que no huiría ante el peligro, que buscaría a la oveja perdida y sanaría a la herida. Mientras los falsos pastores de Israel se alimentaban de la grasa del rebaño, el verdadero Pastor daría su vida por sus ovejas.
—Pero a ustedes, pastores infieles —continuó Jeremías, señalando con dedo acusador—, los castigaré por la maldad de sus obras. ¿Acaso no ven que sus mentiras son como paja seca que el viento arrastra? Los falsos profetas sueñan sueños vanos y dicen «El Señor ha dicho», cuando Yo no les he hablado.
El juicio caería como un hacha sobre los árboles infructuosos. Los que decían «Cargamos el oráculo de Dios» serían arrancados de raíz, porque sus palabras no venían del Santo de Israel, sino de sus propios corazones engañosos.
Sin embargo, para los humildes, para los que gemían por la justicia, había una promesa:
—He aquí, yo estoy contra los profetas —dice el Señor— que usan sus lenguas para decir «Él dijo». Pero al remanente fiel, yo los reuniré de todas las tierras adonde los he dispersado, y volverán a habitar en su propia tierra. Entonces conocerán que mi palabra es fuego y martillo que quebranta la roca.
Y así, entre advertencias y promesas, Jeremías dejó claro que el Señor no toleraría para siempre la mentira de los pastores infieles. Pero en su misericordia, guardaba un futuro para su pueblo: un Rey justo, un Pastor verdadero, bajo cuyo cetro las ovejas vivirían sin temor.
Mientras el sol se ponía sobre Jerusalén, el eco de las palabras del profeta resonaba en los corazones de los pocos que aún anhelaban la verdad. Porque el día vendría en que el Pastor fiel apacentaría su rebaño, y los lobos no volverían a despedazarlo.