Biblia Sagrada

La Reconstrucción de los Muros de Jerusalén (Note: The original title provided is already concise, meaningful, and within the 100-character limit. It does not contain unnecessary symbols or quotes, making it the ideal choice for the story.) Alternative (if a shorter variation is preferred): Nehemías Reconstruye los Muros de Jerusalén (49 characters) Let me know if you’d like further adjustments!

**La Reconstrucción de los Muros de Jerusalén**

El sol apenas comenzaba a ascender sobre las colinas de Judá, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados, cuando los habitantes de Jerusalén se reunieron en torno a las ruinas de su amada ciudad. El aire estaba cargado de un sentido de urgencia y devoción, pues la palabra del Señor había tocado el corazón de Nehemías, y ahora, bajo su liderazgo, el pueblo se preparaba para una obra sagrada: la reconstrucción de los muros de Jerusalén.

Nehemías, copero del rey Artajerjes, había sido movido por el dolor al escuchar que los muros de la ciudad de sus padres yacían en escombros y sus puertas consumidas por el fuego. Después de días de ayuno y oración, Dios le concedió favor ante el rey, quien no solo le permitió regresar a Jerusalén, sino que también proveyó los recursos necesarios para la reconstrucción. Ahora, de pie frente a los sacerdotes, nobles y trabajadores, Nehemías alzó su voz con firmeza:

—«No es solo piedra lo que levantaremos, sino la gloria de nuestro Dios. Que cada hombre trabaje con sus manos, pero sobre todo con su corazón, sabiendo que esta obra es santa».

Y así comenzó la gran tarea.

### **La Puerta de las Ovejas y los Primeros Esfuerzos**

Los sacerdotes, vestidos con sus túnicas blancas, fueron los primeros en tomar sus herramientas. Eliasib, el sumo sacerdote, junto con sus hermanos, se levantaron y reconstruyeron la **Puerta de las Ovejas**, la entrada por donde antaño se llevaban los corderos para los sacrificios en el templo. Con manos callosas pero llenas de fe, santificaron la puerta colocando vigas de cedro y ajustando las piedras con esmero. Junto a ellos, los hombres de Jericó trabajaron con celo, y más adelante, Zacur, hijo de Imri, continuó la labor.

El sonido del cincel contra la piedra resonaba como un canto de alabanza, mientras el polvo se elevaba en pequeñas nubes doradas bajo la luz del sol. Cada familia, cada gremio, tenía su sección asignada, y nadie se quedó sin participar.

### **La Puerta del Pescado y los Comerciantes**

Más adelante, los hijos de Senaa levantaron la **Puerta del Pescado**, una entrada crucial para el comercio, pues por allí entraban los mercaderes con sus productos del mar. Los hombres de Tekoá, aunque nobles, no desdeñaron el trabajo manual, y sus rostros brillaban de sudor mientras colocaban piedra sobre piedra. Sin embargo, sus líderes se negaron a inclinar sus cuellos ante la labor, lo que causó murmullos entre el pueblo. Pero Nehemías no permitió que la discordia se arraigara.

—«El que no trabaje, que no coma de los frutos de esta ciudad», declaró con autoridad.

Y así, la obra continuó sin detenerse.

### **Las Familias y Sus Secciones**

Joiada, hijo de Paseah, y Mesulam, hijo de Berequías, repararon la **Puerta Vieja**, donde generaciones anteriores habían caminado en tiempos de paz. Las mujeres de la ciudad, aunque no mencionadas por nombre, también participaron, llevando agua y alimentos a los trabajadores, animándolos con cantos de victoria.

En la parte norte, los orfebres y perfumistas, hombres acostumbrados a labores delicadas, se encontraron moldeando piedras pesadas con la misma destreza con la que trabajaban el oro y la mirra.

—«Nuestras manos están hechas para crear belleza», dijo uno de ellos, «y qué mayor belleza que restaurar la ciudad de nuestro Dios».

### **Los Desafíos y la Fe Inquebrantable**

A pesar del fervor, no faltaron las burlas. Sambalat, el horonita, y Tobías, el amonita, se burlaban desde lejos:

—«¿Qué creen que están haciendo? ¡Ni un zorro podría subirse a ese muro de piedras rotas!»

Pero Nehemías, sin inmutarse, levantó sus ojos al cielo y oró:

—«Señor, escucha cómo nos desprecian. Devuelve su insulto sobre sus cabezas».

Y el pueblo, en lugar de desanimarse, trabajó con mayor ahínco, pues sabían que Dios estaba con ellos.

### **La Consagración del Trabajo**

Día tras día, bajo el sol inclemente y las noches frescas, los muros fueron tomando forma. Algunos trabajaban con una mano en la herramienta y la otra en la espada, pues el peligro de los enemigos era real. Pero la protección divina era su escudo.

Finalmente, después de semanas de esfuerzo incansable, el último tramo fue completado. Las puertas fueron colocadas, los cerrojos ajustados. El muro, antes símbolo de vergüenza, ahora se alzaba como testimonio del poder de Dios y la unidad de su pueblo.

Nehemías reunió a todos en una gran asamblea. Los sacerdotes entonaron salmos, y el pueblo lloró de alegría.

—«Este día es santo para el Señor», proclamó Nehemías. «No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fortaleza».

Y así, Jerusalén volvió a respirar con esperanza, sus muros no solo eran de piedra, sino de fe, recordando a las generaciones futuras que cuando el pueblo de Dios se une en propósito, ninguna obra es imposible.

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