Here’s a concise and engaging title for your Bible story in Spanish (under 100 characters, no symbols or quotes): **El Tesoro de la Palabra en la Prueba de Eliab** (Alternative, shorter option if needed: **Eliab y el Poder de la Palabra**) Let me know if you’d like any adjustments!
**El Tesoro Escondido de la Palabra**
En los días del rey Ezequías, cuando Judá buscaba restaurar la verdadera adoración a Dios, vivía un joven llamado **Eliab**. Era hijo de un escriba y desde niño había sido instruido en los mandamientos del Señor. Sin embargo, no fue hasta que una gran prueba llegó a su vida que Eliab comprendió el verdadero valor de la Palabra de Dios, tal como el salmista había escrito en el **Salmo 119**.
### **La Prueba de Eliab**
Una sequía severa azotó la tierra de Judá. Los campos se agrietaron, las cosechas se marchitaron, y el pueblo comenzó a murmurar contra Dios. El padre de Eliab, fiel siervo del templo, enfermó gravemente por la escasez de alimentos. La desesperación se apoderó del corazón del joven, quien noche tras noche se postraba ante el Señor, clamando por ayuda.
Una tarde, mientras recorría los rollos sagrados que su padre había copiado con tanto cuidado, sus ojos cayeron sobre las palabras del **Salmo 119:25** —*»Mi alma está pegada al polvo; dame vida según tu palabra»*. Eliab sintió un escalofrío. Era como si el salmista hubiera escrito esas palabras precisamente para él.
### **El Descubrimiento de la Luz**
Decidió sumergirse en las Escrituras, buscando consuelo. Cada versículo del Salmo 119 resonaba en su corazón como un eco divino:
– *»Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino»* (v. 105).
– *»Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado»* (v. 93).
Mientras meditaba, Eliab recordó las historias de los patriarcas: cómo Abraham confió en la promesa de Dios, cómo José fue sostenido en la prisión, y cómo Moisés guió al pueblo con la ley divina. Comprendió que la Palabra de Dios no era solo un conjunto de normas, sino **el sustento del alma**.
### **La Respuesta de Dios**
Una noche, mientras oraba, Eliab soñó que caminaba por un desierto árido, pero en medio de la sequía, brotaba un manantial cristalino. Al acercarse, vio que sus aguas reflejaban versículos de la Torá. Al despertar, supo que era una señal.
Al día siguiente, un grupo de mercaderes llegó a Jerusalén cargando provisiones. Uno de ellos, un hombre de ojos bondadosos, se acercó a Eliab y le dijo:
—*»He viajado desde Egipto, y algo en mi corazón me dijo que debía traer trigo a esta ciudad»*.
Eliab, con lágrimas en los ojos, reconoció la mano de Dios. No solo su familia fue provista, sino que toda la ciudad recibió alimento.
### **El Legado de un Corazón Transformado**
Años más tarde, Eliab se convirtió en un sabio escriba, conocido por su devoción a las Escrituras. Enseñaba al pueblo:
—*»La Palabra de Dios no es solo tinta en pergamino; es vida, es aliento, es el tesoro que nos sostiene en las tormentas. Como dice el salmista: *’Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos’* (v. 162).*
Y así, la historia de Eliab se transmitió de generación en generación, recordando a todos que **en los mandamientos de Dios hay gozo, en sus estatutos hay libertad, y en sus promesas, esperanza eterna**.
**Fin.**