[Salmos de Asaf]. Dios permanece en la congregación de Dios; El juzga entre los dioses.
¿Hasta cuándo juzgarán injustamente, y respetarán a los malvados? {{Selah
Juzga al pobre y al huérfano: Haga justicia al afligido y desposeído.
Rescate al pobre y necesitado: Sáquelos de la mano de los malvados.
No saben ni entienden; Andan de aquí para allá en la oscuridad: Todos los pilares de la tierra están sacudidos.
Dije, ‘Sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo.
Sin embargo, moriréis como hombres y caeréis como uno de los príncipes.
Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú heredarás todas las naciones.
Esta es la historia inspirada de estos versos:
Había una vez una congregación de dioses en la cual Dios, el Altísimo presidía. Miraba alrededor, a sus hijos, a todos poderosos y divinos. Pero notó un problema: estaban juzgando injustamente, dando prioridad a los deseos y caprichos de los malvados en lugar de la virtud y la justicia.
Frustrado, Dios les habló, «¿Hasta cuándo continuarán con estas acciones injustas, respetando a los malvados sobre los justos?» A pesar de su poder divino y su sabiduría, los dioses parecían perdidos en su propia ignorancia y desvío, incapaces de ver la importancia de sus actos.
Dios continuó, dirigiéndose a su congregación con una intensidad que sacudió los propios pilares de la tierra, «Deben hacer justicia al pobre y al huérfano, al afligido y al desposeído. Es su deber quitarlos de las manos de los malvados que buscan hacerles daño». Pero sus palabras solo encontraron oídos sordos. Los dioses estaban atrapados en su propia oscuridad.
Entonces, Dios emitió una proclamación que puso a todos los presentes en alerta: «Os he dicho, ‘Sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo’, pero si continúan en este camino errado, moriréis como hombres y caeréis como uno de los príncipes. El regocijo y el poder eterno que ahora poseéis se desvanecerán».
Finalmente, hizo un llamado final a la acción, «Levántate, oh Dios. Es hora de juzgar la tierra. Tú heredarás todas las naciones». Y así, envió a los dioses a cumplir su mandato, estableciendo nuevamente la justicia y la equidad en toda la creación. A pesar de ser dioses, esta historia sirve como un recordatorio crucial de la importancia de la justicia y la compasión en el ejercicio del poder y la autoridad. En última instancia, sin la justicia y la rectitud, incluso los más poderosos se desmoronarán.