Here’s a concise and creative title for your Bible story in Spanish (within 100 characters, no symbols or quotes): **Elías y el Poder Fiel del Señor** Or, if you prefer a slightly broader focus: **La Fidelidad de Dios en la Vida de Elías** Both options stay within the limit and capture the essence of the story. Let me know if you’d like any adjustments!
**El Poder y la Fidelidad del Señor**
En los días antiguos, cuando los reinos de la tierra se levantaban y caían como las olas del mar, hubo un hombre llamado Elías, un siervo fiel del Dios Altísimo, que habitaba en las tierras de Judá. Elías no era rey ni príncipe, sino un humilde pastor que meditaba día y noche en las maravillas del Señor. Una noche, mientras velaba bajo un cielo estrellado, su corazón se llenó de gozo al recordar las palabras del salmista:
*»Alegraos, justos, en el Señor; a los rectos les conviene la alabanza. Dad gracias al Señor con el arpa, cantadle con salterio y decacordio. Cantadle cántico nuevo; tocad con arte, con júbilo.»* (Salmo 33:1-3)
Inspirado, Elías tomó su lira y comenzó a entonar un canto nuevo, una melodía que brotaba de lo más profundo de su alma. Las ovejas, como si entendieran la alabanza, se congregaron en silencio, y hasta el viento pareció aquietarse para escuchar.
Al día siguiente, mientras Elías guiaba su rebaño hacia los pastos verdes, se encontró con un grupo de mercaderes babilonios que viajaban hacia Jerusalén. Estos hombres, orgullosos de sus riquezas, se burlaban de los creyentes del Dios de Israel, confiando en sus caballos y carros de guerra.
—Nuestros dioses nos han dado victoria en todas las batallas —decía uno de ellos, adornado con oro y plata—. ¿Qué puede hacer vuestro Dios contra los ejércitos de las naciones?
Elías, recordando las palabras del salmo, respondió con calma:
*»El Señor frustra los planes de las naciones y deshace las maquinaciones de los pueblos. Pero los designios del Señor permanecen para siempre, los planes de su corazón de generación en generación.»* (Salmo 33:10-11)
Los mercaderes rieron, pero Elías no se inmutó, porque sabía que el poder de los hombres es efímero, mientras que la palabra del Señor permanece eternamente.
Pocas semanas después, llegaron noticias de que Babilonia había sido derrotada en una gran batalla. Sus poderosos ejércitos, que confiaban en su fuerza, habían sido humillados por un enemigo más pequeño pero astuto. Los mercaderes que antes se burlaban ahora regresaban cabizbajos, sus riquezas saqueadas.
Entonces, Elías reunió a los aldeanos y les dijo:
—Ved cómo se cumple la palabra del Señor. *»El rey no se salva por un gran ejército, ni el guerrero escapa por su mucha fuerza. El caballo es una esperanza vana para la victoria; no puede librar por su gran poder.»* (Salmo 33:16-17)
La gente, asombrada, comenzó a alabar a Dios, comprendiendo que solo en Él había verdadera seguridad.
Años más tarde, cuando una gran sequía azotó la tierra y el hambre amenazaba a Judá, muchos clamaron a sus ídolos, pero Elías congregó al pueblo y les recordó:
—*»Los ojos del Señor están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte y mantenerlos vivos en tiempos de hambre.»* (Salmo 33:18-19)
Y así fue. Aunque la sequía continuó, aquellos que confiaron en el Señor no perecieron, pues Él envió provisiones de manera milagrosa: maná en los campos, agua de rocas secas y hasta cuervos que llevaban pan a los más necesitados.
Finalmente, cuando la lluvia volvió a caer sobre la tierra, Elías reunió a todos para una gran fiesta de alabanza. Con instrumentos y voces llenas de júbilo, cantaron:
—*»Nuestra alma espera en el Señor; Él es nuestro auxilio y nuestro escudo. En Él se alegra nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado.»* (Salmo 33:20-21)
Y desde ese día, la aldea nunca olvidó la lección: que la verdadera fortaleza no está en las armas ni en el oro, sino en el poder y la fidelidad del Señor, cuyo amor permanece para siempre.