Here’s a concise and engaging title for your Bible story in Spanish (under 100 characters, no symbols or quotes): **El Canto de la Creación: La Tierra Alaba a Dios** (Alternative, shorter option if preferred: **La Creación Canta al Rey Eterno**) Let me know if you’d like any adjustments!
**El Canto de la Creación: Un Salmo Vivo**
En los días antiguos, cuando el pueblo de Israel regresaba del exilio y reconstruía sus vidas en Jerusalén, un salmo resonaba en sus labios como un eco del cielo. Era el Salmo 96, un canto de alabanza que no solo celebraba la grandeza de Dios, sino que también recordaba a toda la creación su deber de adorar al Rey eterno.
**La Proclamación en Sión**
En una fresca mañana, cuando el sol apenas doraba las colinas de Judá, un levita llamado Ezequías subió a las escalinatas del templo en ruinas. Aunque las paredes aún estaban siendo restauradas, su corazón ardía con las palabras del salmo: *»Cantad a Jehová cántico nuevo; cantad a Jehová, toda la tierra»* (Salmo 96:1). Con voz clara y potente, comenzó a entonar las palabras, y pronto, otros levitas se unieron a él. Sus voces se elevaron como incienso, llevando consigo las esperanzas de un pueblo que anhelaba ver la gloria de Dios una vez más en su tierra.
Mientras cantaban, los mercaderes en las calles detuvieron sus tratos, las mujeres que llenaban sus cántaros junto al pozo inclinaron sus cabezas, y hasta los niños, que jugaban entre los escombros, se acercaron con curiosidad. Era como si el mismo aire se llenara de una presencia sagrada.
**La Tierra Responde**
El salmo no solo llamaba a los hombres a adorar, sino a toda la creación. *»Alégrense los cielos, y gócese la tierra; brame el mar y su plenitud. Regocíjese el campo, y todo lo que en él está»* (Salmo 96:11-12). Y así, en los días que siguieron, parecía que la naturaleza misma respondía.
En los campos de Betlehem, los labradores que sembraban sus trigales murmuraban las palabras del salmo mientras trabajaban. Las viñas, cargadas de uvas dulces, mecían sus hojas al viento como si danzaran al ritmo de la alabanza. En las riberas del Jordán, los pescadores contaban cómo, al atardecer, los peces saltaban sobre las aguas como si quisieran unirse al cántico. Hasta las bestias del valle parecían más tranquilas, como si supieran que su Creador reinaba.
**Las Naciones Lejanas**
Pero el salmo no era solo para Israel. *»Decid entre las naciones: ¡Jehová reina!… Traed ofrendas y venid a sus atrios»* (Salmo 96:10,8). Y así, mercaderes de Tiro y Sidón, que pasaban por Jerusalén con sus caravanas, escucharon el canto y preguntaron por su significado. Algunos se burlaron, pero otros, con corazones inquietos, preguntaron más.
Un hombre de Cush, alto y de piel oscura, se acercó a Ezequías después de escuchar el salmo. «¿Quién es este Dios al que cantan?», preguntó. Ezequías, con paciencia, le habló del Señor, que hizo los cielos y la tierra, que juzga con justicia y cuya misericordia es eterna. El hombre escuchó en silencio y, antes de partir, murmuró: «Quizá un día, mi pueblo también cantará a este Rey».
**El Día del Juicio y la Esperanza**
El salmo hablaba de un día futuro: *»Él juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad»* (Salmo 96:13). Los ancianos de Israel meditaban en estas palabras, recordando las promesas de los profetas. Un día, Dios no solo reinaría en Sión, sino sobre toda la tierra. Mientras tanto, ellos debían vivir como heraldo de esa verdad.
Y así, el Salmo 96 se convirtió en más que un canto; fue un recordatorio vivo de que toda la creación, desde el más pequeño insecto hasta las naciones más poderosas, estaba llamada a reconocer la gloria de Dios. Y en cada amanecer, en cada cosecha, en cada suspiro del viento, la tierra seguía cantando, esperando el día en que el Rey se manifestaría en toda su majestad.
**Fin**