Biblia Sagrada

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**El Juramento de Integridad de Job**

En los días antiguos, cuando la tierra aún guardaba los ecos de las promesas divinas, Job, un hombre íntegro y recto, se levantó en medio de su dolor para proclamar su inocencia ante los cielos y la tierra. Sus amigos habían acusado su alma, insinuando que su sufrimiento era fruto de pecados ocultos, pero Job, con el corazón puro y la conciencia limpia, decidió hacer un solemne juramento, invocando al Dios viviente como testigo de su integridad.

**El Pacto con los Ojos**

Job comenzó su defensa con una mirada hacia lo más profundo de su ser: *»Si mis ojos se han dejado seducir por la hermosura de una virgen, o si mi corazón ha conspirado en secreto contra el honor de otra…»* Con voz firme, declaró que jamás había permitido que la lujuria manchara su alma. Sabía que tal pecado era un fuego consumidor, capaz de reducir su herencia a cenizas. *»¿No sabe acaso el Todopoderoso que mis pasos han sido puros? Si hubiera mirado con malicia, que mi esposa muela el grano para otro, y que otros se inclinen sobre ella.»*

**Justicia para los Siervos**

Luego, Job volvió su atención a su trato con los más humildes. *»Si he despreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva cuando pleiteaban conmigo…»* Sus palabras resonaron con la autoridad de un hombre que conocía la justicia divina. *»¿Qué haré yo cuando Dios se levante? Cuando Él demande cuentas, ¿cómo responderé? ¿Acaso no fue el mismo Creador quien nos formó en el vientre?»* Job sabía que ante los ojos de Dios, amo y siervo eran iguales, y nunca había abusado de su poder.

**Compasión por los Pobres**

Con voz quebrantada pero firme, Job recordó su trato con los necesitados. *»Si he negado al pobre su deseo, o he hecho languidecer los ojos de la viuda…»* Sus manos, acostumbradas a dar pan al hambriento y vestido al desnudo, jamás se habían cerrado por avaricia. *»Si he alzado mi mano contra el huérfano, confiando en mi influencia en los tribunales, que mi brazo se separe de mi hombro y sea quebrado como rama seca.»* El terror de caer bajo la ira de Dios lo mantenía en rectitud.

**Confianza en las Riquezas**

Job no ignoraba la tentación de la abundancia. *»Si puse mi confianza en el oro, o si dije al metal refinado: ‘Tú eres mi seguridad’…»* Aunque había sido el más grande de los hombres del oriente, nunca había adorado la riqueza. *»Si me regocijé porque mis cosechas eran muchas, o porque mis manos habían acumulado gran tesoro, sería negar al Dios que da y quita.»* Sabía que toda bendición venía de lo alto, y no de su propia fuerza.

**Amor al Enemigo**

Incluso en esto, Job fue examinándose. *»Si me alegré del mal de quien me odiaba, o si me regocijé cuando le sobrevino la desgracia…»* Ni siquiera había permitido que la maldición brotara de sus labios contra sus enemigos. *»No, mi boca no pecó pidiendo su muerte con palabras impías.»* Su corazón no albergaba venganza, sino temor a ofender al Juez de toda la tierra.

**Hospitalidad y Transparencia**

*»Si mi tierra ha clamado contra mí, o si sus surcos han llorado por injusticia…»* Job recordó cada semilla sembrada, cada fruto compartido. *»Si comí solo mi pan sin darlo al forastero, si oculté mis pecados como Adán, escondiendo mi iniquidad en mi pecho…»* Pero no, él había vivido con las puertas abiertas, y su conciencia estaba limpia.

**El Desafío Final**

Finalmente, Job alzó su voz como un trueno: *»¡Oh, si tuviera quien me escuchara! He aquí mi firma, que el Todopoderoso me responda.»* Anhelaba un juicio divino, seguro de que su integridad brillaría como oro refinado. *»Si mi tierra testifica contra mí, o si mis surcos lloran por sangre derramada, que broten espinos en vez de trigo, y cizaña en lugar de cebada.»*

Y así, Job selló su defensa, no con soberbia, sino con la certeza de un hombre que había caminado en la luz de Dios. Sus palabras no eran un desafío, sino un clamor por justicia, un anhelo de que la verdad triunfara, incluso en medio de la oscuridad que lo envolvía.

Y en los cielos, el Señor escuchó. Porque Job, aunque quebrantado, seguía siendo Su siervo fiel.

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