Biblia Sagrada

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**La Defensa de la Fe: La Historia de Judas**

En los últimos días del ministerio terrenal de los apóstoles, cuando las iglesias comenzaban a extenderse por todo el mundo conocido, surgieron hombres que, astutamente, se infiltraron entre los creyentes para corromper la pureza del Evangelio. Estos falsos maestros, vestidos con ropajes de piedad pero llenos de orgullo y lujuria, torcían la gracia de nuestro Dios en libertinaje y negaban a Jesucristo, nuestro único Señor y Salvador.

Fue en este tiempo que Judas, hermano de Santiago y siervo de Jesucristo, sintió un ardiente llamado a escribir una carta urgente a los santos. No era una carta de saludos ni de alabanza, sino una advertencia solemne, un grito de batalla espiritual para contender ardientemente por la fe que una vez fue entregada a los santos.

**La Advertencia de Judas**

Judas, con el corazón pesado pero lleno de unción, tomó el papiro y comenzó a escribir con tinta oscura y firme:

*»Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.»*

Sus palabras no eran suyas, sino inspiradas por el Espíritu Santo. Sabía que muchos, engañados por sueños impuros, habían manchado sus cuerpos, rechazado la autoridad y blasfemado contra los poderes celestiales. Estos hombres eran como Caín, que mató a su hermano por envidia; como Balaam, que por avaricia quiso maldecir al pueblo de Dios; y como Coré, que se rebeló contra Moisés y fue tragado por la tierra.

**Ejemplos del Juicio Divino**

Judas recordó cómo el Señor, habiendo liberado a su pueblo de Egipto, después destruyó a los incrédulos. Los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su morada celestial, fueron reservados bajo tinieblas en prisiones eternas para el juicio del gran día. Sodoma y Gomorra, entregadas a la inmoralidad más vil, sufrieron el fuego eterno como ejemplo para todos los que vivirían impíamente.

Estos falsos maestros, sin embargo, seguían contaminando los ágapes de los creyentes, banqueteándose sin vergüenza, apacentándose a sí mismos sin temor. Eran nubes sin agua, llevadas por los vientos; árboles otoñales, sin fruto, dos veces muertos y desarraigados; fieras ondas del mar, que arrojaban la espuma de sus torpezas; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.

**La Profecía de Enoc**

Judas, lleno del Espíritu, citó la profecía de Enoc, el séptimo desde Adán, que había anunciado:

*»He aquí, el Señor viene con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y para convencer a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.»*

Estos hombres murmuradores, quejumbrosos, andaban según sus pasiones desenfrenadas; su boca hablaba palabras arrogantes y adulaban a otros por interés.

**El Llamado Final a la Santidad**

Pero Judas no solo advirtió, sino que también animó a los fieles:

*»Mas vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.»*

Exhortó a tener compasión de los que dudaban, a salvar a otros arrebatándolos del fuego, y aun a mostrar misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por la carne.

**Doxología Final**

Y entonces, con una alabanza que resonaría por los siglos, Judas cerró su carta:

*»Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.»*

Así, Judas, el siervo fiel, dejó escrita no solo una advertencia, sino un legado eterno: la necesidad de defender la fe con valor, vivir en santidad y confiar en el poder de Dios para ser guardados hasta el día final.

Y la iglesia, al recibir estas palabras, las atesoró, sabiendo que eran luz en medio de las tinieblas, un llamado a permanecer firmes en la verdad.

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