**La Condenación de los Falsos Profetas**

En los días en que el pueblo de Israel se encontraba cautivo en Babilonia, el Señor alzó su voz contra aquellos que hablaban mentiras en su nombre. El profeta Ezequiel, llevando el peso de la palabra divina, se levantó para denunciar la corrupción de los falsos profetas que engañaban al pueblo con visiones vanas y promesas huecas.

El Señor le dijo a Ezequiel: *»Hijo de hombre, profetiza contra los profetas de Israel que profetizan según su propio corazón. Diles: ‘Escuchen la palabra del Señor. ¡Ay de los profetas insensatos que siguen su propio espíritu sin haber visto nada! Como zorras entre las ruinas, así son ustedes, oh Israel. No han reparado las brechas ni han fortalecido el muro para que el pueblo resista en el día del Señor. Han hablado falsa paz cuando no había paz, y han levantado paredes frágiles, cubriéndolas con cal para que parezcan firmes.’»*

Ezequiel, con voz firme, continuó transmitiendo el juicio de Dios: *»Así dice el Señor: He aquí que vendrá una tempestad furiosa, granizo destructor y vientos huracanados. Esa pared que ustedes han cubierto con cal será derribada, y se dirá: ‘¿Dónde está el revoque que le pusieron?’ Y caerán bajo mi ira, y sabrán que yo soy el Señor. Mi furor se descargará sobre los falsos profetas que ven mentiras y anuncian engaños. No estarán en la asamblea de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de Israel, porque han llevado a mi pueblo al error diciendo: ‘Paz’, cuando no hay paz.»*

El profeta describió entonces cómo estas falsas voces habían seducido al pueblo, como cazadores que tienden trampas en la oscuridad. *»Han profanado mi nombre con sus sueños mentirosos, con palabras aduladoras que apaciguan a los malvados en su pecado. No los he enviado, y sin embargo corren; no les he hablado, y sin embargo profetizan. Si hubieran permanecido en silencio, el pueblo no habría tropezado, pero al decir ‘Palabra del Señor’ sin que yo les haya hablado, han hecho que mi pueblo confíe en vano.»*

Y el Señor declaró su sentencia: *»Por tanto, no verán más visiones falsas ni practicarán más adivinación. Yo libraré a mi pueblo de sus manos, y sabrán que yo soy el Señor. Mi ira no se apartará de ellos hasta que sean borrados de entre mi pueblo, porque han corrompido los corazones con mentiras y han endurecido las almas contra la verdad.»*

Así terminó Ezequiel su mensaje, y el pueblo, al escuchar estas palabras, tembló. Algunos se arrepintieron, pero otros endurecieron sus corazones, prefiriendo el engaño de los falsos profetas antes que la dura verdad de Dios. Pero el juicio del Señor es irrevocable, y su palabra se cumplió: cuando llegó el día de la calamidad, aquellos que habían construido sobre la mentira cayeron, y solo quedó en pie la verdad del Dios viviente.

Y así quedó demostrado que el Señor no comparte su gloria con los mentirosos, y que solo aquellos que hablan conforme a su Espíritu permanecerán para siempre.