Biblia Sagrada

Here’s a concise and impactful title for your Bible story in Spanish (under 100 characters, without symbols or quotes): **Dios Consuela a su Pueblo y Promete Gloria Eterna** (Alternative, slightly shorter option: **El Consuelo de Dios y su Promesa Eterna**) Let me know if you’d like any adjustments!

**El Consuelo de Dios y la Gloria Eterna**

En los días en que el pueblo de Judá se encontraba exiliado en Babilonia, afligido y cansado bajo el peso de su cautiverio, la voz de Dios resonó en los corazones de los fieles a través del profeta Isaías. Era un mensaje de consuelo, una promesa de redención que iluminaría como el amanecer después de la noche más oscura.

*»Consuelen, consuelen a mi pueblo —dice su Dios—. Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servidumbre ha terminado, que su culpa ha sido perdonada, pues ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados.»*

Estas palabras, dulces como miel y firmes como el trueno, se extendieron entre los desterrados. Muchos, con los ojos aún húmedos por las lágrimas, alzaron sus rostros al cielo, preguntándose si era verdad que su sufrimiento llegaba a su fin.

**La Voz que Clama en el Desierto**

Entonces se levantó una voz, no en los palacios de Babilonia, ni en las plazas de las grandes ciudades, sino en el desierto, donde solo el viento y el silencio reinaban. Era la voz de un mensajero enviado por Dios, que gritaba con fervor:

*»Preparen en el desierto un camino para el Señor; enderecen en la estepa una calzada para nuestro Dios. Que todo valle sea elevado, y toda montaña y colina sean rebajadas; que lo torcido se enderece y lo áspero se allane.»*

Este llamado no era solo para los caminos de tierra y piedra, sino para los corazones de los hombres. Dios estaba por hacer algo nuevo, algo tan grandioso que la gloria del Señor se revelaría ante todos los pueblos.

**La Fragilidad del Hombre y la Eternidad de Dios**

El profeta, inspirado por el Espíritu, continuó:

*»Toda carne es como hierba, y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca, la flor se marchita cuando el aliento del Señor sopla sobre ellas. Ciertamente, el pueblo es hierba. La hierba se seca, la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.»*

Mientras el imperio de Babilonia, con toda su pompa y poder, caería como las flores al viento, la promesa de Dios jamás sería quebrantada. Los exiliados, frágiles como juncos sacudidos por el viento, serían fortalecidos por Aquel que nunca se cansa ni se fatiga.

**El Pastor que Cuida de su Rebaño**

*»He aquí que el Señor soberano viene con poder, y su brazo gobierna por él. Como pastor pastorea su rebaño; en su brazo recoge los corderos, y en su seno los lleva; guía con cuidado a las recién paridas.»*

¡Qué imagen más tierna y poderosa! El mismo Dios que midió las aguas en el hueco de su mano y abarcó los cielos con su palma, se inclinaría para llevar en sus brazos a los más débiles. No habría temor para los que confiaran en Él, porque su fuerza renovaría como las águilas a los que esperaran en su misericordia.

**El Creador de los Confines de la Tierra**

*»¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano, y los cielos con su palmo? ¿Quién encerró con tres dedos el polvo de la tierra, o pesó las montañas con la balanza y los collados con la pesa?»*

Ningún ídolo, ninguna nación podía compararse con el Santo de Israel. Los gobernantes de la tierra eran como nada ante Él; las naciones, como gota en un cubo. Él estaba por encima de todo, y sin embargo, se preocupaba por los humildes, por los quebrantados de corazón.

**La Promesa Final**

*»¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? El Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se fatiga, y su entendimiento es insondable. Él da fuerza al cansado, y al que no tiene fuerzas, aumenta el vigor.»*

Y así, con estas palabras, el pueblo de Judá recordó que, aunque habían caído, se levantarían; aunque habían sido dispersados, serían reunidos. Porque el que prometió es fiel, y su palabra permanece para siempre.

Y así, en medio del exilio, nació una esperanza inquebrantable: la gloria del Señor se revelaría, y todos la verían juntos.

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