Biblia Sagrada

**El Rico y el Pobre: La Sabiduría del Salmo 49** (99 characters) Alternative shorter option: **El Rico y el Pobre: Lección del Salmo 49** (47 characters) Let me know if you’d like me to adjust further! I kept the core meaning while removing symbols and staying under 100 characters.

**El Rico y el Pobre: Una Historia Basada en el Salmo 49**

En los días del rey Ezequías, cuando Judá aún caminaba en los caminos del Señor, hubo un hombre llamado Nabal, un mercader de gran riqueza que habitaba en Jerusalén. Sus vestiduras eran de lino fino, bordadas con hilos de oro, y su casa, construida con piedras labradas, se alzaba sobre las colinas de la ciudad. Nabal confiaba en sus riquezas, y su corazón se enorgullecía diciendo: *»Mi oro es mi fortaleza, y mi plata, mi refugio.»* Cada día, celebraba banquetes con los poderosos de la tierra, y su risa resonaba en los salones adornados con tapices de púrpura.

No lejos de allí, a las afueras de la ciudad, vivía un levita llamado Eliab, hombre piadoso que servía en el templo. Aunque su túnica estaba gastada y su mesa era escasa, su corazón rebosaba de gratitud hacia Dios. Por las noches, alumbrado apenas por una lámpara de aceite, meditaba en la ley del Señor y cantaba: *»En Dios está mi esperanza, Él es mi roca y mi salvación.»*

Un día, Nabal cayó gravemente enfermo. Sus siervos corrieron en busca de los mejores médicos de Egipto, quienes le administraron costosos ungüentos y pociones, pero su condición empeoró. Mientras yacía en su lecho de marfil, rodeado de riquezas que no podían comprar su salud, escuchó a lo lejos el canto de Eliab, quien, desde su humilde morada, alababa al Señor:

*»No temas cuando alguno se enriquece, cuando aumenta la gloria de su casa. Porque cuando muera, no llevará nada; su gloria no descenderá tras él.»* (Salmo 49:16-17)

Nabal, con el corazón agitado, recordó las palabras del salmista que alguna vez había despreciado. Sus tesoros no podían rescatar su alma de la tumba. Aquella noche, su respiración se hizo débil, y antes del amanecer, expiró. Sus siervos lo sepultaron en un sepulcro adornado, pero su alma enfrentó el juicio de Dios.

Mientras tanto, Eliab, aunque pobre en bienes materiales, durmió en paz, sabiendo que el Señor era su heredad. Y cuando llegó su hora, fue llevado como un cordero al redil del buen Pastor.

**Moraleja:**
*»El hombre que tiene riquezas pero no tiene entendimiento, es semejante a las bestias que perecen.»* (Salmo 49:20)

Así enseña la sabiduría de Dios: las riquezas terrenales son efímeras, pero el que confía en el Señor posee una herencia eterna. Porque solo la redención viene de lo alto, y Él salvará a los que en Él esperan.

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