Biblia Sagrada

Here’s a concise and engaging title in Spanish (under 100 characters): **El Pastor Fiel y la Grey Humilde: Servicio en Cristo** (Alternatively, if you prefer even shorter:) **El Pastor y su Grey: Humildad en Servicio** Both options stay within the limit, remove symbols/quotes, and capture the essence of the story. Let me know if you’d like any adjustments!

**El Pastor Fiel y la Humilde Grey**

En una pequeña aldea rodeada de colinas verdes y campos de trigo dorado, la iglesia de los creyentes se reunía en una casa sencilla pero llena de amor. Era un lugar donde los ancianos, con rostros marcados por años de servicio, guiaban al rebaño con ternura y firmeza. Entre ellos estaba el anciano Mateo, un hombre de cabello plateado y ojos llenos de sabiduría, quien había pastoreado a aquellos creyentes por muchas lunas.

Una tarde, mientras el sol se ponía en tonos de oro y carmesí, Mateo se sentó frente al grupo de creyentes, incluyendo a jóvenes y ancianos, y comenzó a compartir las palabras del apóstol Pedro, recordando su exhortación: *»Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos… Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros…»* (1 Pedro 5:1-2).

Mateo, con voz suave pero firme, explicó cómo un pastor no debe servir por obligación ni por avaricia, sino con corazón dispuesto, como Dios quiere. Sus palabras resonaron en el silencio reverente de la habitación. «Hermanos,» dijo, «el Señor nos ha encomendado este rebaño, no para dominarlo, sino para ser ejemplos de fe y humildad.»

Entre los presentes estaba un joven llamado Lucas, de mirada intensa y corazón ardiente, quien a menudo ayudaba en la enseñanza. Mateo, viendo su celo, lo llamó aparte después de la reunión. Bajo un olivo centenario, donde las ramas se mecían con la brisa de la tarde, el anciano le habló con cariño: «Lucas, sé que deseas servir, pero recuerda lo que Pedro dice: *’Vestíos de humildad, porque Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes’* (1 Pedro 5:5). El verdadero liderazgo no se busca, se vive en servicio.»

Lucas bajó la cabeza, reflexionando. Había sentido en su corazón un deseo de ser reconocido, pero las palabras del anciano lo confrontaron. «Tienes razón, hermano Mateo,» murmuró. «Quiero aprender a servir como Cristo, que se humilló a sí mismo.»

Mientras tanto, en las afueras de la aldea, una tempestad espiritual se cernía sobre los creyentes. Rumores de persecución llegaban desde las ciudades cercanas, y algunos comenzaban a temblar de miedo. Fue entonces cuando Mateo reunió a todos una noche bajo la luz de las lámparas de aceite.

«Hijos míos,» dijo con voz calmada pero llena de autoridad, *»Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar»* (1 Pedro 5:8). Sus ojos brillaban con convicción. «No teman, porque aunque suframos un poco, el Dios de toda gracia nos llamó a su gloria eterna en Cristo. Él mismo nos fortalecerá.»

Los creyentes se aferraron a esas palabras, y en los días siguientes, enfrentaron pruebas con valentía. Lucas, ahora más humilde, se convirtió en un pilar de apoyo, animando a los débiles y sirviendo en silencio.

Y así, bajo el cuidado de pastores fieles y la humildad de un rebaño unido, la pequeña iglesia no solo sobrevivió, sino que brilló como luz en medio de las tinieblas, confiando en la promesa final de Pedro: *»Mas el Dios de toda gracia… después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca»* (1 Pedro 5:10).

Y así, en aquel rincón del mundo, la fe floreció, porque entendieron que la verdadera grandeza no está en el poder, sino en arrodillarse ante el Gran Pastor de las ovejas.

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