Here’s a concise and engaging Spanish title for your Bible story (under 100 characters, symbols and quotes removed): **La Visión Divina de Ezequiel junto al Río Quebar** (96 characters) Alternative shorter option: **Ezequiel y el Llamado de Dios en el Exilio** (50 characters) Both capture the essence while staying within limits. Let me know if you’d like any adjustments!
**La Llamada del Profeta Ezequiel**
El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de Babilonia con tonos cobrizos y púrpuras. Junto al río Quebar, donde los cautivos de Judá habían sido llevados en exilio, un hombre llamado Ezequiel, hijo de Buzi, sacerdote de linaje sagrado, caminaba con el corazón pesado. La nostalgia por Jerusalén, la ciudad santa ahora profanada, lo consumía. Pero ese día, el Señor tenía preparado un encuentro que cambiaría su vida para siempre.
De repente, el aire se electrizó. Un viento recio surgió del norte, agitando las aguas del río y arremolinando el polvo del desierto. Ezequiel sintió un temblor en sus huesos, y antes de que pudiera reaccionar, los cielos se abrieron. Una visión divina, majestuosa e indescriptible, se manifestó ante sus ojos: seres celestiales con alas extendidas, ruedas dentro de ruedas llenas de ojos, y sobre ellos, un trono de zafiro. Y sobre el trono, una figura como de hombre, pero su apariencia era como bronce ardiente, rodeado de un fulgor que parecía fuego. Era la gloria del Señor.
Ezequiel cayó rostro en tierra, incapaz de sostener la mirada ante tanta santidad. Pero entonces, una voz retumbó, potente como el trueno, pero llena de autoridad y propósito:
—*Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.*
Un espíritu entró en Ezequiel, infundiéndole una fuerza sobrenatural. Tembloroso pero obediente, se levantó. La voz continuó:
—*Yo te envío a los hijos de Israel, a una nación rebelde que se ha levantado contra mí. Ellos y sus padres han pecado contra mí hasta este mismo día. Son hijos de duro semblante y de corazón empedernido. A ellos te envío, y les dirás: «Así ha dicho Jehová el Señor».*
Ezequiel sintió un escalofrío. Sabía que su misión no sería fácil. El pueblo de Israel, aunque disperso y humillado, seguía siendo terco. Muchos adoraban ídolos en secreto, maldecían su destino, y se negaban a reconocer que su cautiverio era consecuencia de su infidelidad.
—*Y tú, hijo de hombre, no les temas ni tengas miedo de sus palabras, aunque te halles entre cardos y espinas, y moras con escorpiones. No temas delante de ellos ni te intimides por sus rostros, porque son casa rebelde.*
El peso de la responsabilidad cayó sobre Ezequiel. No sería un mensajero de buenas nuevas, sino de advertencia. Su palabra sería como espada afilada, cortando la hipocresía y llamando al arrepentimiento.
—*Pero tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde. Abre tu boca y come lo que yo te daré.*
Entonces, Ezequiel vio extenderse hacia él una mano, y en ella, un rollo de libro. Al desenrollarlo, vio que estaba escrito por delante y por detrás, con palabras de lamento, de tristeza y de ayes.
—*Come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.*
Ezequiel obedeció. Al llevarlo a su boca, el rollo fue dulce como la miel, pero al tragarlo, supo que su mensaje sería amargo para quienes lo escucharan.
Así fue como Ezequiel, el sacerdote en tierra extranjera, se convirtió en profeta. Desde ese día, su vida ya no le pertenecía. Sería la voz de Dios en medio del exilio, anunciando juicio, pero también la promesa de restauración.
Y aunque el camino sería difícil, y muchos se burlarían de él, Ezequiel sabía una cosa: cuando el Señor habla, el hombre solo puede responder: *»Heme aquí, envíame a mí.»*