Here’s a concise and engaging title for your Bible story in Spanish (under 100 characters, no symbols or quotes): **La Cueva de la Paz: Eliab y el Salmo de David** (Alternative, even shorter option if preferred: **Eliab y el Refugio en Dios**) Let me know if you’d like any adjustments!
**El Refugio en la Tormenta**
En los días del rey David, cuando las sombras de la traición y la guerra se cernían sobre Israel, hubo un hombre llamado Eliab, un guerrero valiente pero atribulado. Había luchado junto al rey en muchas batallas, pero ahora, una conspiración se tejía en las sombras contra él. Sus enemigos, celosos de su favor ante el rey, conspiraban para derribarlo, y rumores de traición llenaban sus noches de insomnio.
Una tarde, mientras el sol se ocultaba tras las colinas de Judá, Eliab caminó solo hacia las afueras de Belén. El viento susurraba entre los olivos, y el peso de sus temores lo abrumaba. Recordó entonces las palabras del salmo que el rey David había compuesto: *»El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?»* (Salmo 27:1).
Con el corazón agitado, Eliab buscó refugio en una cueva cercana, donde en tiempos pasados David mismo había huido de Saúl. Allí, en la penumbra, se arrodilló y elevó su voz al cielo:
—Señor, si mis enemigos se levantan contra mí, si la mentira busca devorarme, no quiero temer. Tú eres mi fortaleza.
Mientras oraba, una paz extraña comenzó a invadir su espíritu. Era como si una luz invisible iluminara la oscuridad de la cueva, no con fuego ni con antorchas, sino con una presencia divina. Eliab cerró los ojos y, en su corazón, escuchó una respuesta silenciosa pero poderosa: *»Una cosa he pedido al Señor, y esta buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y meditar en su templo»* (Salmo 27:4).
Al día siguiente, Eliab regresó al campamento del rey. Sus enemigos habían esparcido mentiras sobre él, acusándolo de conspirar contra David. Los murmullos crecían, y algunos incluso clamaban por su destierro. Pero Eliab, en lugar de responder con ira, se presentó ante el rey con humildad.
David, conocedor de los engaños de los hombres, miró a Eliab con ojos penetrantes.
—¿Es cierto lo que dicen de ti? —preguntó el rey con voz grave.
Eliab respiró hondo y respondió:
—Mi señor, si he sido infiel, que el Señor me castigue. Pero si mi corazón es recto, Él será mi escudo.
David, recordando sus propias pruebas, sonrió levemente.
—El Señor juzgará entre tú y tus acusadores.
Y así fue. Poco después, uno de los conspiradores, abrumado por la culpa, confesó la mentira ante todos. Los enemigos de Eliab fueron expuestos, y él no solo fue vindicado, sino honrado aún más por su integridad.
Esa noche, bajo un cielo estrellado, Eliab volvió a la cueva donde había clamado a Dios. Esta vez, no llevaba angustia, sino gratitud. Levantó sus manos y cantó:
—*»Espera en el Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera en el Señor»* (Salmo 27:14).
Y supo, con certeza inquebrantable, que mientras el Señor fuera su luz, ninguna oscuridad podría vencerlo.
**Fin.**