Biblia Sagrada

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**El Olivo y las Ramas: Una Historia de Misericordia y Elección**

En los días cuando el apóstol Pablo escribía su carta a los creyentes en Roma, el Espíritu Santo lo guió a revelar un misterio profundo acerca del pueblo de Israel y de las naciones. Era un mensaje de advertencia, de consuelo y, sobre todo, de la insondable misericordia de Dios.

Pablo, con el corazón lleno de amor por su pueblo, comenzó recordando una verdad fundamental: *Dios no ha rechazado a su pueblo, al que desde antes conoció.* Aunque muchos en Israel habían endurecido sus corazones y no reconocieron al Mesías, siempre hubo un remanente fiel, escogido por gracia. Como en los tiempos del profeta Elías, cuando este pensó que estaba solo, Dios le reveló que había reservado siete mil hombres que no se habían inclinado ante Baal. Así también ahora, había un resto escogido por gracia, no por obras, para que nadie se jactara.

Entonces, Pablo usó una imagen poderosa: *el olivo.* Israel era como un olivo cultivado, plantado por el mismo Dios, cuyas raíces eran los patriarcas—Abraham, Isaac y Jacob—y cuyo fruto debía ser para bendición del mundo. Pero algunas ramas, incrédulas, fueron quebradas. Y en su lugar, Dios injertó ramas de olivo silvestre: los gentiles, que por la fe en Cristo fueron hechos partícipes de la savia nutritiva de la raíz santa.

Pero Pablo advirtió con solemnidad: *No te jactes contra las ramas naturales.* Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales por su incredulidad, tampoco perdonaría a los injertados si caían en la misma soberbia. Las ramas rotas no fueron desechadas para siempre; si abandonaban su incredulidad, podrían ser injertadas de nuevo, pues Dios tiene poder para hacerlo. Y las ramas silvestres, aunque ahora disfrutaban de la bendición, debían permanecer en la bondad de Dios; de lo contrario, también serían cortadas.

Entonces, el apóstol reveló un misterio escondido por siglos: *El endurecimiento de una parte de Israel durará hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.* Dios estaba usando incluso la incredulidad de Israel para mostrar su misericordia a las naciones. Pero llegaría el día en que todo Israel sería salvo, como está escrito: *Vendrá de Sión el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad.*

Pablo, maravillado ante los designios de Dios, exclamó: *¡Qué profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminios!* Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? Todo es de Él, por Él y para Él. A Él sea la gloria por los siglos.

Así, la historia del olivo no era solo de juicio, sino de esperanza. Las ramas rotas podrían ser restauradas. Las ramas injertadas debían caminar en humildad. Y al final, la misericordia triunfaría sobre todos, porque Dios encerró a todos en desobediencia para tener misericordia de todos.

Y así, el mensaje de Romanos 11 resonó a través de los siglos: *Dios no se arrepiente de sus dones ni de su llamado.* Su pueblo, su olivo, su plan, todo se cumplirá conforme a su amor y justicia. Porque sus caminos son perfectos, y su misericordia, eterna.

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