Biblia Sagrada

La Sabiduría del Camino Recto (Note: The original title provided, La Sabiduría del Camino Recto, is already concise, meaningful, and fits within the 100-character limit. It effectively captures the essence of the story without needing symbols or quotes. No further edits are necessary.) Final title: **La Sabiduría del Camino Recto**

**La Sabiduría del Camino Recto**

En los días del rey Salomón, cuando la sabiduría del Señor abundaba en Jerusalén, hubo un hombre llamado Efraín, quien vivía en las afueras de la ciudad. Efraín era conocido por su diligencia y amor por la instrucción, pues desde niño había sido enseñado en los caminos del Señor. Su padre, un escriba fiel, le repetía las palabras de los proverbios: *»El hijo sabio acepta la disciplina de su padre, pero el insolente no escucha la reprensión»* (Proverbios 13:1).

Efraín meditaba en estas palabras mientras trabajaba en su campo, cultivando trigo y olivos. Su sudor era bendecido por el Señor, pues él sabía que *»el fruto del trabajo del justo es árbol de vida»* (Proverbios 13:12). Mientras tanto, no lejos de allí, vivía un hombre llamado Lotán, amigo de la infancia de Efraín. Lotán había abandonado los caminos de la sabiduría, prefiriendo la compañía de los perezosos y los burlones. Gastaba su herencia en banquetes y placeres, creyendo que la riqueza era para ser despilfarrada.

Un día, mientras Efraín vendía su cosecha en el mercado, Lotán se acercó con ropas costosas pero el rostro demacrado.

—Hermano —dijo Lotán con voz quebrada—, préstame algo de plata. Mis deudas me ahogan, y mis amigos me han abandonado.

Efraín, recordando las palabras de Salomón, *»El que anda con sabios será sabio, mas el que se junta con necios saldrá mal»* (Proverbios 13:20), sintió compasión pero también convicción.

—Lotán —respondió con firmeza—, no te daré plata para que la malgastes otra vez. Pero si quieres trabajar conmigo, aprenderás a labrar la tierra y a guardar para el futuro. *»La riqueza del pecador está reservada para el justo»* (Proverbios 13:22), pero solo si caminas en rectitud.

Lotán, avergonzado pero humillado, aceptó. Durante meses, trabajó junto a Efraín, aprendiendo no solo a sembrar, sino a escuchar la corrección. Al principio, su corazón se rebelaba, pero poco a poco, la disciplina dio fruto. *»El que guarda su boca guarda su vida; mas el que mucho abre sus labios, ruina tendrá»* (Proverbios 13:3). Lotán dejó de quejarse y empezó a agradecer.

Un año después, Lotán no solo había pagado sus deudas, sino que tenía su propia parcela. Un día, mientras compartían pan bajo la sombra de un olivo, Lotán miró a Efraín con gratitud.

—Tus palabras me hirieron al principio, pero ahora veo que eran vida. *»La luz de los justos se alegra, mas la lámpara de los impíos se apagará»* (Proverbios 13:9).

Efraín sonrió.

—No es mi sabiduría, sino la del Señor. Él nos disciplina porque nos ama.

Y así, ambos continuaron caminando en el temor del Señor, sabiendo que *»el que camina en sabiduría, vive en seguridad»* (Proverbios 13:14).

**Fin**

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