Biblia Sagrada

Here’s a concise and engaging title in Spanish (under 100 characters): **Juicio y Esperanza: La Profecía de Ezequiel 20** (Alternative, slightly more poetic option if preferred: **Corazón Nuevo: El Mensaje de Ezequiel 20**) Both fit the story’s themes of divine judgment, repentance, and restoration while staying within the limit. Let me know if you’d like any adjustments!

**El Juicio y la Promesa de Dios: Una Historia Basada en Ezequiel 20**

En el décimo año del cautiverio de Judá, cuando el pueblo de Israel gemía bajo el yugo de Babilonia, la palabra del Señor vino al profeta Ezequiel. Era un día caluroso, y el polvo del exilio se mezclaba con el sudor de aquellos que recordaban con nostalgia las verdes colinas de Jerusalén. Un grupo de ancianos de Israel se acercó al profeta, buscando una palabra de consuelo, una señal de que Dios los libraría pronto. Pero el Señor le advirtió a Ezequiel:

—Hijo de hombre, estos hombres han venido a consultarme, pero sus corazones están llenos de ídolos. No les des lo que piden; en vez de eso, declárales los pecados de sus padres y los suyos propios.

Ezequiel, con el peso de la revelación divina, se puso en pie frente a ellos. Su voz resonó con autoridad, como el trueno que precede a la tormenta.

—Así dice el Señor: Voy a juzgaros. Escuchad la historia de vuestra rebelión.

**La Elección de Israel en Egipto**

El profeta comenzó a relatar cómo, mucho tiempo atrás, cuando Israel aún era un pueblo esclavizado en Egipto, el Señor los había visto sufrir bajo el látigo de los faraones. Con mano poderosa y brazo extendido, Dios se les había revelado:

—Yo soy el Señor vuestro Dios. Abandonad los ídolos de Egipto y servidme.

Pero Israel no escuchó. Aun en medio de la opresión, sus corazones se aferraban a los dioses falsos de sus amos. A pesar de su infidelidad, el Señor, fiel a su promesa, los sacó de Egipto con señales y prodigios. Los guió a través del desierto, donde les dio estatutos y mandamientos para que vivieran en santidad.

—Les di mis Sabbats, como señal entre yo y ellos—declaró Ezequiel—. Pero en el desierto, vuestros padres se rebelaron. Profanaron mis leyes y despreciaron mis decretos.

**Rebelión en el Desierto**

Dios les había prometido una tierra que manaba leche y miel, pero incluso ante tal promesa, murmuraron y desobedecieron. Cuando llegaron a Canaán, en vez de destruir los altares paganos, se mezclaron con las naciones y adoptaron sus abominaciones. Ofrecieron sacrificios a dioses de madera y piedra, provocando la ira del Señor.

—Una y otra vez les envié profetas—continuó Ezequiel—, pero los apedrearon y rechazaron mis palabras.

**El Castigo y la Misericordia de Dios**

A pesar de su ira, el Señor no los destruyó por completo. Por amor a su nombre, para que las naciones no blasfemaran diciendo: «El Señor no pudo cumplir su promesa», Dios los disciplinó con exilio y aflicción, pero no los abandonó.

—Ahora vosotros, oh hijos de Israel, sois peores que vuestros padres—gritó Ezequiel—. Consultáis a los ídolos en secreto y luego venís a mí, esperando una palabra de paz. ¡No habrá paz para los rebeldes!

El profeta alzó sus manos hacia el cielo, y su voz tembló con el fuego de la advertencia divina.

—Así dice el Señor: Como vivo yo, no permitiré que me consultéis. Os dispersaré entre las naciones y purgaré de vosotros a los rebeldes. Pero a los que se arrepientan, los reuniré.

**La Promesa de Restauración**

Entonces, como un rayo de luz en medio de la oscuridad, la profecía dio un giro. El Señor, en su misericordia, prometió un futuro glorioso.

—Os sacaré de entre los pueblos y os traeré a vuestra tierra. Os rociaré con agua limpia y os daré un corazón nuevo. Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré mi Espíritu en vosotros y haré que andéis en mis caminos.

Los rostros de los ancianos se llenaron de asombro. Algunos bajaron la cabeza en vergüenza; otros, con lágrimas en los ojos, murmuraron palabras de arrepentimiento.

—Entonces—concluyó Ezequiel—, sabréis que yo soy el Señor, cuando os haya restaurado y hayáis abandonado vuestros pecados. La tierra desolada florecerá como un jardín, y las naciones verán mi poder.

Y así, con un mensaje de juicio y esperanza, el profeta dejó claro que el Señor no se complace en la muerte del pecador, sino en que se convierta y viva. Pero aquellos que persistan en su rebelión, conocerán el fuego de su santidad.

La tarde cayó sobre el exilio, y el viento llevó consigo el eco de las palabras de Ezequiel: *»Arrepentíos, porque el reino de Dios se acerca.»*

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