Biblia Sagrada

El Joven Que Buscó la Sabiduría (99 characters)

**El Tesoro de la Sabiduría**

En los días del rey Salomón, cuando la sabiduría del Señor abundaba en Jerusalén, vivía un joven llamado Eliab. Era hijo de un mercader honorable, pero desde niño, su corazón anhelaba algo más que riquezas terrenales. Su padre, al ver la inquietud en sus ojos, lo llevó una tarde al atrio del templo y le dijo:

—Hijo mío, si clamares a la inteligencia y alzares tu voz al entendimiento, como dice el proverbio, hallarás el tesoro más valioso.

Eliab no entendió del todo, pero esas palabras se grabaron en su alma como surcos en la tierra fértil. Esa misma noche, mientras la luna plateaba las calles de la ciudad, se arrodilló junto a su lecho y oró con fervor:

—Señor, dame sabiduría. No quiero vivir en la ignorancia. Guíame por tus caminos.

Y así, día tras día, Eliab buscaba la sabiduría como el minero busca plata en las entrañas de la tierra. No solo escuchaba las enseñanzas de los escribas en la sinagoga, sino que meditaba en la ley del Señor hasta altas horas de la noche. A diferencia de sus amigos, que se deleitaban en fiestas y negocios fáciles, él prefería sentarse a los pies de los ancianos para aprender.

Un día, mientras caminaba por el mercado, un hombre astuto se le acercó con una propuesta.

—Eliab —le susurró—, conozco un negocio que multiplicará tu herencia en semanas. Solo debes cerrar los ojos ante ciertos… detalles.

El joven sintió un escalofrío. Las palabras de Proverbios 2 resonaron en su mente: *»Para librarte del hombre perverso, de los que hablan cosas retorcidas.»* Sin vacilar, respondió:

—No hay ganancia que valga mi paz. La integridad es mi herencia.

El hombre se alejó con una mueca, pero Eliab no se arrepintió. Sabía que la sabiduría lo protegía como un escudo.

Tiempo después, una gran sequía azotó la región. Muchos, desesperados, vendieron sus tierras por pan. Pero Eliab, guiado por el entendimiento que había cultivado, había guardado provisiones y compartió con los necesitados. Los ancianos del pueblo, al ver su corazón justo, lo nombraron consejero.

Y así, el joven que había buscado la sabiduría como un tesoro escondido, descubrió que el Señor mismo era su recompensa. Porque, como está escrito: *»Entonces entenderás el temor de Jehová y hallarás el conocimiento de Dios.»*

Y en los años venideros, cuando los hijos de Eliab se sentaran a sus pies, él les repetiría las mismas palabras que un día cambiaron su vida:

—Busquen la sabiduría como si fuera plata, y la entenderán como el temor del Señor. Porque ella es el camino, la luz y la vida.

Y la bendición de Dios reposó sobre su casa para siempre.

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