Biblia Sagrada

Here’s a concise and engaging title in Spanish (under 100 characters): **De Perseguidor a Apóstol: La Transformación de Saulo** (Alternative option, if preferred: **La Gracia que Transformó a Saulo en Pablo**) Both fit within the limit and capture the essence of the story. Let me know if you’d like any adjustments!

**La Redención de un Perseguidor: Una Historia Basada en 1 Timoteo 1**

En los días en que el Imperio Romano extendía su dominio sobre Judea y las regiones circundantes, la ciudad de Damasco brillaba bajo el sol abrasador del desierto. Sus calles estrechas y bulliciosas estaban llenas de mercaderes, soldados y viajeros de tierras lejanas. Pero entre el ajetreo de la ciudad, un hombre caminaba con determinación, llevando en sus manos cartas selladas que autorizaban la persecución de los seguidores de un tal Jesús de Nazaret.

Este hombre se llamaba Saulo de Tarso, un fariseo celoso, educado a los pies del gran Gamaliel. Su fervor por la ley de Moisés lo había llevado a creer que los discípulos de Jesús eran una amenaza para la pureza de la fe judía. Con cada paso que daba hacia Damasco, su corazón ardía de convicción, seguro de que estaba sirviendo a Dios al encarcelar a hombres y mujeres que confesaban el nombre de aquel crucificado.

Pero Dios, en su misericordia infinita, tenía otros planes para Saulo.

Mientras avanzaba por el camino, de repente, una luz más brillante que el sol del mediodía lo envolvió, derribándolo al suelo. Un temor sagrado lo invadió cuando escuchó una voz que resonó como el trueno:

—¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?

Temblando, Saulo preguntó:

—¿Quién eres, Señor?

—Yo soy Jesús, a quien tú persigues.

Esas palabras atravesaron su corazón como una espada. El mismo a quien había considerado un impostor, un blasfemo, ahora se le revelaba como el Señor resucitado. En un instante, los ojos de Saulo se oscurecieron, y la luz que lo había cegado físicamente le abrió los ojos del alma.

Sus compañeros de viaje, atónitos, lo llevaron a Damasco, donde permaneció tres días sin comer ni beber, sumido en oración y arrepentimiento. En ese tiempo de oscuridad, Dios estaba obrando en su corazón, preparándolo para una misión que nunca habría imaginado.

Mientras tanto, en la ciudad, un discípulo llamado Ananías recibió en visión la orden del Señor:

—Levántate y ve a la calle llamada Derecha, y busca en casa de Judas a un hombre de Tarso llamado Saulo, porque he aquí, él ora.

Ananías, temeroso, respondió:

—Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuánto mal ha hecho a tus santos en Jerusalén. Y aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.

Pero el Señor le dijo:

—Ve, porque instrumento escogido me es este, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, de reyes y de los hijos de Israel.

Obedeciendo, Ananías fue y puso sus manos sobre Saulo, diciendo:

—Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Al instante, cayeron de los ojos de Saulo como escamas, y recobró la vista. Levantándose, fue bautizado, y fortalecido con alimento, comenzó a predicar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios.

Los que lo escuchaban quedaban atónitos, diciendo:

—¿No es este el que asolaba a los que invocaban este nombre en Jerusalén?

Pero Saulo, ahora transformado por la gracia, confundía a los judíos demostrando que Jesús era el Cristo.

**El Mensaje de la Gracia**

Años más tarde, este mismo hombre, ahora conocido como Pablo, escribió a su amado hijo en la fe, Timoteo, recordando aquella transformación radical:

*»Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me fortaleció, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.»* (1 Timoteo 1:12-15)

Pablo, el antiguo perseguidor, se había convertido en el apóstol de los gentiles, no por sus méritos, sino por la insondable gracia de Dios. Su vida era un testimonio viviente de que nadie está fuera del alcance del amor redentor de Cristo.

Y así, la historia de Saulo de Tarso, transformado en Pablo el apóstol, sigue resonando a través de los siglos como un recordatorio poderoso: donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.

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