Here are a few title options within the 100-character limit: 1. **Zaqueo Encuentra la Salvación en Jesús** 2. **La Transformación de Zaqueo el Publicano** 3. **Jesús Llama a Zaqueo en Jericó** 4. **Zaqueo Recibe a Jesús en su Hogar** 5. **El Día que Zaqueo Cambió su Vida** Let me know if you’d like any adjustments!
**La Conversión de Zaqueo**
En la bulliciosa ciudad de Jericó, donde el sol dorado se reflejaba en las palmeras y el murmullo del comercio llenaba las calles, vivía un hombre llamado Zaqueo. Era un publicano, un recaudador de impuestos al servicio de Roma, y aunque su bolsa estaba llena de riquezas, su corazón estaba vacío. La gente lo despreciaba, pues muchos publicanos cobraban más de lo debido, enriqueciéndose a costa de sus hermanos judíos. Zaqueo, aunque pequeño de estatura, era grande en ambición, pero algo en su interior anhelaba más que el oro.
Un día, corrió la noticia por toda la ciudad: *Jesús de Nazaret*, el Rabí del que tanto se hablaba, el que sanaba enfermos y perdonaba pecadores, estaba llegando a Jericó. Multitudes se agolpaban en las calles para verlo, y Zaqueo, impulsado por una curiosidad que no entendía, quiso ver quién era aquel hombre. Pero entre la muchedumbre, su baja estatura le impedía ver. Sin dudarlo, corrió adelante y se subió a un sicómoro, un árbol de ramas gruesas y hojas anchas que bordeaba el camino. Allí, oculto entre el follaje, esperó.
El ruido de la gente aumentaba. Voces de admiración, niños riendo, el murmullo de quienes contaban las maravillas que Jesús había hecho. Y entonces, lo vio.
Jesús caminaba con calma, su túnica sencilla pero llena de autoridad, su mirada llena de compasión. Y de pronto, ante el asombro de todos, se detuvo justo bajo el árbol donde Zaqueo estaba escondido. Alzó la vista y, como si lo hubiera esperado todo el tiempo, le dijo:
—*Zaqueo, date prisa y desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.*
Un silencio incómodo cayó sobre la multitud. ¿Cómo sabía Jesús su nombre? ¿Por qué elegiría a un pecador como él? Pero Zaqueo, con el corazón latiendo fuerte, bajó rápidamente y, con una sonrisa que no podía contener, lo recibió en su hogar.
Los fariseos y los hombres religiosos murmuraban entre sí:
—*Ha entrado a hospedarse con un hombre pecador.*
Pero dentro de aquella casa, algo milagroso ocurría. La presencia de Jesús iluminaba cada rincón, y Zaqueo, sintiendo el peso de su vida pasada, se puso de pie y declaró con firmeza:
—*Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.*
Jesús, con una mirada que penetraba el alma, sonrió y dijo:
—*Hoy ha venido la salvación a esta casa, por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.*
Y así, en medio de la incredulidad de muchos, Zaqueo fue transformado. No solo devolvió lo robado, sino que su corazón, antes esclavo de la avaricia, ahora latía con el gozo de la redención.
Aquel día, Jericó no solo vio pasar a un profeta, sino que fue testigo del poder de la gracia que alcanza al más inesperado, al más pequeño, al que todos despreciaban. Porque el amor de Dios no mira la altura de los hombres, sino la profundidad de su necesidad.