La Sabiduría Triunfa y el Malvado se Arrepiente (Note: The title is 45 characters long, within the 100-character limit, and free of symbols or quotes.)
**La Sabiduría de los Justos y la Ruina de los Malvados**
En los días del rey Ezequías, cuando la sabiduría aún era buscada como tesoro escondido, hubo un hombre llamado Eliab, que habitaba en las afueras de Jerusalén. Era un hombre recto, temeroso de Dios, y sus manos trabajaban la tierra con diligencia. Cada mañana, antes de que el sol dorado iluminara los campos, Eliab se arrodillaba junto a un olivo antiguo y oraba: *»Señor, guía mis pasos como el agua guía al arroyo, para que mi vida sea agradable a tus ojos.»*
Su vecino, en cambio, era un hombre llamado Reuel, astuto pero perverso, cuyos labios estaban llenos de engaño. Mientras Eliab sembraba semillas de trigo con cuidado, Reuel robaba parte de la cosecha ajena bajo el manto de la noche. *»El trabajo honrado es para los necios»*, murmuraba Reuel mientras escondía los frutos de su robo en su granero.
Un día, una gran sequía cayó sobre la tierra. Los campos de Eliab, aunque afectados, aún producían lo suficiente porque él había cavado pozos profundos y almacenado grano con sabiduría. En cambio, Reuel, que había confiado en su astucia y no en la providencia, se encontró con sus reservas podridas por el descuido.
**»El que ama la disciplina ama el conocimiento, pero el que aborrece la reprensión es un necio»** (Proverbios 12:1).
Eliab, compadecido, fue a Reuel y le dijo: *»Hermano, no te burles de la corrección. Dios nos enseña a través de las dificultades. Ven, comparte de mi cosecha, pero aprende a labrar tu propia tierra con honestidad.»* Reuel, en vez de agradecer, se llenó de ira. *»¿Crees que necesito tu ayuda? ¡Mi inteligencia me sacará adelante!»*
Pasaron los meses, y mientras Eliab prosperaba, Reuel cayó en desgracia. Sus mentiras lo envolvieron como una red, hasta que los ancianos de la ciudad lo reprendieron por sus fraudes. **»La lengua de los sabios brinda consuelo, pero la boca de los necios derrama insensatez»** (Proverbios 12:18).
Una noche, mientras Reuel vagaba amargado, vio cómo un grupo de ladrones asaltaba la casa de Eliab. Por un momento, pensó en callar, pero entonces recordó las palabras de su vecino: *»La justicia guía a los íntegros, pero la maldad destruye a los pecadores»* (Proverbios 12:6). Corrió a avisarle, y juntos lograron espantar a los bandidos.
Eliab, agradecido, le tendió la mano una vez más. *»Hoy has elegido el camino de la verdad. Dios no desprende un corazón arrepentido.»* Reuel, con lágrimas, se arrodilló y pidió perdón. Desde entonces, aprendió a trabajar con sus propias manos y a temer al Señor.
**»El justo echa raíces como el cedro del Líbano, pero los malvados serán barridos como paja en el viento»** (Proverbios 12:12).
Y así, en aquel pueblo, la sabiduría triunfó, y la misericordia de Dios se mostró una vez más a los que buscaban la verdad con corazón humilde.