Biblia Sagrada

Here’s a concise and engaging title in Spanish (under 100 characters): **Del Abismo a la Gracia: Jeremiel y el Salmo 130** (Alternative, shorter option if needed: **Clamor y Perdón: La Historia de Jeremiel**) Both fit your requirements—no symbols, under 100 characters, and capture the core theme of the story. Let me know if you’d like any adjustments!

**El Perdón en las Profundidades: Una Historia Basada en el Salmo 130**

En los días del rey Ezequías, cuando Judá aún temblaba bajo la sombra de sus pecados, había un hombre llamado Jeremiel que habitaba en las afueras de Jerusalén. Era un escriba, conocido por su sabiduría y su corazón piadoso, pero llevaba un peso oculto que lo consumía: el recuerdo de un grave error de juventud que lo atormentaba sin cesar.

Una noche, mientras la luna plateada iluminaba las colinas de Judea, Jeremiel cayó de rodillas en su pequeña habitación, rodeado de rollos de pergamino. Sus manos temblaban, y su voz, quebrantada, susurraba palabras entre lágrimas:

*»Desde lo más profundo clamo a ti, oh Señor; Señor, escucha mi voz.»*

El peso de su culpa era como cadenas que lo arrastraban al abismo. Recordaba cómo, años atrás, había traicionado la confianza de su mentor, el anciano Simeón, por ambición. Aunque había restituido el daño, el remordimiento no lo abandonaba.

Al amanecer, decidió peregrinar al Templo. Mientras caminaba por las calles empedradas de Jerusalén, los cantos de los levitas ascendían al cielo: *»Si tú, Señor, tuvieras en cuenta los pecados, ¿quién, oh Señor, podría permanecer? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado.»*

Al llegar al atrio, se postró frente al altar, su rostro tocando el suelo frío. Un sacerdote, movido por el Espíritu, se acercó y colocó sus manos sobre Jeremiel.

—Hijo, el Señor ha escuchado tu clamor. Su misericordia es más alta que los cielos y más profunda que el mar.

En ese momento, Jeremiel sintió como si un torrente de agua pura lavara su alma. Las palabras del Salmo resonaron en su corazón: *»Mi alma espera en el Señor, más que los centinelas la mañana.»*

Días después, mientras meditaba junto al arroyo de Siloé, comprendió que el perdón de Dios no solo borraba su culpa, sino que lo llamaba a una nueva vida. Desde entonces, dedicó sus días a enseñar a otros sobre la esperanza que se encuentra en el Señor, repitiendo con convicción:

*»Espere Israel en el Señor, porque en el Señor hay misericordia y abundante redención. Él redimirá a Israel de todos sus pecados.»*

Y así, Jeremiel, el hombre que había clamado desde las profundidades, se convirtió en heraldo de la gracia, recordando a todos que, por oscuro que sea el abismo, la luz del perdón de Dios siempre brilla más fuerte.

**Fin.**

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