Biblia Sagrada

La Victoria en Cristo: Basado en Colosenses 2 (99 caracteres)

**La Victoria en Cristo: Una Historia Basada en Colosenses 2**

En la antigua ciudad de Colosas, situada en la región de Frigia, los creyentes enfrentaban desafíos profundos. Falsos maestros habían comenzado a infiltrarse en la comunidad, enseñando doctrinas engañosas que desviaban a los fieles de la verdad del Evangelio. Hablaban de rituales, tradiciones humanas y filosofías vacías, pretendiendo que estas prácticas los acercarían a Dios. Pero el apóstol Pablo, aunque encarcelado en Roma, no permaneció en silencio. Movido por el Espíritu Santo, escribió una carta poderosa para recordarles dónde se encontraba su verdadera fortaleza.

**El Tesoro de la Sabiduría en Cristo**

Timoteo, un joven discípulo de Pablo, llegó a Colosas con el rollo de la carta en sus manos. Los creyentes se reunieron en la casa de Filemón, ansiosos por escuchar las palabras del apóstol. Mientras Timoteo desenrollaba el pergamino, la luz de las lámparas de aceite iluminaba los rostros expectantes.

*»Hermanos,»* comenzó a leer, *»quiero que sepáis cuán grande es la lucha que tengo por vosotros y por los que están en Laodicea, y por todos los que no me han visto personalmente.»*

Los colosenses escuchaban con atención mientras las palabras de Pablo resonaban en el aire. El apóstol les recordaba que, aunque él no estaba físicamente presente, su corazón estaba con ellos. Les animaba a permanecer firmes en la fe, *»para que sus corazones sean consolados, unidos en amor y alcanzando todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios: Cristo.»*

Un murmullo de asombro recorrió la sala. Algunos recordaron cómo, antes de conocer a Jesús, habían buscado respuestas en filosofías humanas y tradiciones religiosas vacías. Pero ahora, Pablo les revelaba que en Cristo *»están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.»*

**La Advertencia Contra el Engaño**

Timoteo continuó leyendo, y su voz se tornó más firme: *»Esto digo para que nadie os engañe con palabras persuasivas.»*

Un hombre llamado Demas, quien había estado escuchando las enseñanzas de los falsos maestros, bajó la mirada. Estos engañadores insistían en que los creyentes debían someterse a reglas estrictas: *»No toques, no pruebes, no manejes,»* como si la santidad dependiera de prohibiciones humanas.

Pero Pablo dejaba claro que estas normas *»tienen cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo, pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.»*

Una mujer llamada Lidia, quien antes había seguido ritos judaizantes, sintió un peso levantarse de su corazón. Ahora entendía que su salvación no dependía de ceremonias, sino de Cristo.

**La Circuncisión del Corazón**

La carta tomó un tono aún más profundo cuando Timoteo leyó: *»En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha por manos humanas, al despojaros del cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo.»*

Los colosenses recordaron cómo, en el bautismo, habían sido sepultados con Cristo y resucitados con Él por la fe. No era un rito externo lo que los salvaba, sino la obra completa de Jesús en la cruz.

**El Triunfo sobre los Poderes Espirituales**

Entonces, Timoteo leyó las palabras más poderosas: *»Habiendo despojado a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.»*

Los creyentes imaginaron el momento en que Jesús, al morir, quebrantó el poder del pecado y de Satanás. Ya no tenían que temer a los espíritus malignos ni a las supersticiones. Cristo había vencido.

**La Libertad en Cristo**

Al final, Pablo les recordó que no debían dejarse juzgar por aquellos que insistían en guardar días de fiesta, lunas nuevas o sábados. *»Todo esto es sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo es de Cristo.»*

Los colosenses comprendieron que su fe no era una lista de reglas, sino una relación viva con el Salvador. Esa noche, muchos renovaron su compromiso con Cristo, rechazando las mentiras y abrazando la libertad que solo Él podía dar.

Y así, la iglesia en Colosas se fortaleció, no por su propia justicia, sino por la gracia de Aquel que los había hecho completos en Él.

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