Biblia Sagrada

La Elección de Israel: Bendición o Maldición (99 caracteres)

**La Bendición y la Maldición: Una Historia de Obediencia y Consecuencias**

En los días posteriores a la liberación de Egipto, cuando el pueblo de Israel acampaba en las llanuras de Moab, Moisés, el siervo del Señor, reunió a todas las tribus para proclamar las palabras que Dios había puesto en su corazón. El sol se inclinaba hacia el occidente, bañando el campamento con una luz dorada, mientras miles de rostros se volvían hacia el anciano profeta, expectantes.

Moisés alzó sus manos, arrugadas por los años pero aún fuertes, y su voz, grave y solemne, resonó como un trueno distante:

—Escuchen, oh Israel, las palabras que el Señor nuestro Dios les ordena hoy. Si obedecen fielmente sus mandamientos y caminan en sus sendas, Él los exaltará sobre todas las naciones de la tierra, y vendrán sobre ustedes todas estas bendiciones…

**Las Bendiciones de la Obediencia**

El profeta describió un futuro en el que Israel, si permanecía fiel, sería como un árbol plantado junto a corrientes de aguas vivas. Las bendiciones descenderían como lluvia sobre la tierra prometida:

—Serán benditos en la ciudad y en el campo —declaró Moisés, señalando hacia el horizonte—. Sus hijos crecerán fuertes como cedros del Líbano, y sus cosechas serán tan abundantes que los graneros no podrán contenerlas. El trigo, el vino y el aceite fluirán como ríos. Sus rebaños se multiplicarán, y sus enemigos huirán ante ustedes en desbandada.

Los israelitas murmuraban entre sí, imaginando campos dorados de trigo, viñedos cargados de uvas dulces y manadas de ganado pastando en verdes colinas. Moisés continuó, asegurándoles que el Señor mismo abriría los cielos para enviar lluvias oportunas y ahuyentar las plagas.

—Ningún pueblo se levantará contra ustedes, porque el Señor los establecerá como cabeza y no como cola. Caminarán en victoria, y todas las naciones temblarán al oír su nombre.

**La Maldición de la Desobediencia**

Pero entonces, la voz de Moisés se tornó sombría, y una sombra pareció extenderse sobre la asamblea.

—Pero si desoyen la voz del Señor y se apartan de sus mandamientos, todas estas maldiciones caerán sobre ustedes y los perseguirán…

Los israelitas contuvieron el aliento mientras Moisés describía un panorama desolador:

—Serán malditos en la ciudad y en el campo. Sus hijos enfermarán, sus tierras se volverán áridas, y el cielo sobre ustedes será como bronce, negándose a dar lluvia. Las plagas de Egipto regresarán: úlceras que no sanan, langostas que devorarán sus campos, y sequías que convertirán sus ríos en polvo.

Algunos comenzaron a gemir, recordando las diez plagas que habían azotado a sus opresores. Moisés advirtió que, si persistían en la rebelión, el enemigo que una vez temió a Israel los sitiaría, y comerían la carne de sus propios hijos en la desesperación del hambre.

—El Señor los dispersará entre las naciones, desde un extremo de la tierra hasta el otro, y allí servirán a dioses de madera y piedra, que no ven ni oyen.

**El Llamado Final**

Moisés miró a su pueblo con ojos llenos de compasión y severidad.

—Hoy pongo delante de ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elijan la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes, amando al Señor su Dios, escuchando su voz y aferrándose a Él, porque Él es su vida y su prosperidad.

El sol se ocultó tras las montañas, y un silencio profundo cubrió el campamento. Cada hombre, mujer y niño sabía que la decisión que tomaran ese día marcaría el destino de generaciones futuras.

Y así, bajo el cielo crepuscular, Israel enfrentó la elección más importante de su historia: obedecer y vivir en la abundancia de Dios, o rebelarse y cosechar la ruina.

**Fin**

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