Biblia Sagrada

Tito y su Misión en Creta: Fortaleciendo la Iglesia (99 characters)

**Tito y la Misión en Creta**

El sol comenzaba a descender sobre la isla de Creta, pintando el cielo de tonos dorados y púrpuras. El aire cálido del Mediterráneo llevaba consigo el aroma salado del mar, mezclado con el dulce perfume de los olivos que se extendían por las colinas. En medio de este paisaje, un hombre de rostro sereno pero firme caminaba por las calles de piedra de la ciudad de Gortina. Era Tito, discípulo fiel y compañero de Pablo, quien había sido enviado con una misión crucial: establecer y fortalecer la iglesia en Creta.

Pablo, el apóstol de los gentiles, había dejado a Tito en la isla después de un viaje evangelístico. Sabía que los cretenses tenían fama de ser rebeldes, mentirosos y glotones, como incluso uno de sus propios poetas había dicho: *»Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos»* (Tito 1:12). Pero Pablo confiaba en que, bajo la guía del Espíritu Santo, Tito podría levantar líderes piadosos que pastorearan a los creyentes con sabiduría y rectitud.

### **La Llamada de Tito**

Una noche, mientras Tito oraba en una pequeña casa donde se reunían los creyentes, recordó las palabras de Pablo en la carta que llevaba consigo:

*»Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé»* (Tito 1:5).

Tito sabía que su tarea no era fácil. No solo debía enfrentar la inmoralidad de algunos falsos maestros que se habían infiltrado en las congregaciones, sino también seleccionar hombres de carácter intachable para guiar al pueblo de Dios.

### **La Búsqueda de Ancianos Fieles**

Al día siguiente, Tito comenzó a visitar las diferentes comunidades cristianas esparcidas por la isla. En cada lugar, buscaba hombres que cumplieran con las cualidades que Pablo había mencionado:

*»El anciano debe ser irreprensible, marido de una sola mujer, con hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen»* (Tito 1:6-9).

En la ciudad de Cnoso, Tito conoció a un hombre llamado Aristón, un comerciante respetado que había abrazado el evangelio con fervor. Aristón era conocido por su generosidad, su hogar estaba abierto a los necesitados, y sus hijos, aunque jóvenes, mostraban un temor genuino a Dios. Después de conversar largamente con él, Tito sintió la confirmación del Espíritu: Aristón sería uno de los ancianos.

Sin embargo, no todos los casos fueron tan claros. En otra aldea, un hombre llamado Leandro se ofreció como líder, argumentando que era un gran orador y conocedor de las Escrituras. Pero al indagar, Tito descubrió que Leandro tenía un corazón lleno de orgullo, menospreciaba a los demás y buscaba ganancia económica a través de su influencia. Con tristeza pero con firmeza, Tito le explicó que el liderazgo en la iglesia no era para quienes buscaban su propia gloria, sino para siervos humildes.

### **El Combate Contra los Falsos Maestros**

Mientras Tito trabajaba en establecer líderes piadosos, surgieron voces de oposición. Algunos judíos convertidos, pero aún aferrados a las tradiciones legalistas, comenzaron a perturbar a los creyentes, insistiendo en que debían circuncidarse y seguir rigurosas normas alimenticias para ser salvos.

Uno de ellos, un hombre llamado Jason, se presentó en una reunión y declaró:

—¡La gracia de Cristo no es suficiente! Si no os circuncidáis conforme a la ley de Moisés, no sois verdaderos hijos de Abraham.

Los creyentes, muchos de ellos gentiles, se sintieron confundidos y angustiados. Pero Tito, recordando las advertencias de Pablo, se levantó con autoridad:

—Hermanos, nadie será justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Cristo (cf. Gálatas 2:16). Estos falsos maestros *»profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra»* (Tito 1:16). No permitáis que nadie os esclavice con tradiciones humanas.

Sus palabras trajeron paz a la congregación, y muchos reconocieron la verdad. Jason y sus seguidores, al verse expuestos, abandonaron la reunión con ira.

### **La Estabilidad de la Iglesia**

Con el paso de los meses, bajo la dirección de Tito, las iglesias en Creta comenzaron a florecer. Los ancianos nombrados pastoreaban con amor, corrigiendo el error y enseñando la sana doctrina. Los creyentes aprendieron a vivir en santidad, rechazando la inmoralidad que antes los rodeaba.

Una tarde, mientras Tito escribía una carta a Pablo para informarle de los progresos, miró hacia el horizonte y sonrió. Sabía que la obra no estaba terminada, pero confiaba en que el mismo Dios que había comenzado la buena obra en Creta, la perfeccionaría (cf. Filipenses 1:6).

Y así, con fe y determinación, Tito continuó su labor, sabiendo que en medio de las dificultades, la verdad del evangelio brillaba con mayor fuerza.

**Fin.**

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