Here’s a concise and engaging title for your Bible story in Spanish (under 100 characters): **Nehemías: Reforma y Santidad para Jerusalén** Let me know if you’d like any adjustments!
**La Reforma de Nehemías: Un Llamado a la Santidad**
El sol comenzaba a descender sobre Jerusalén, tiñendo las antiguas murallas de un tono dorado. Nehemías, el gobernador, caminaba con paso firme por las calles de la ciudad que tanto amaba. Habían pasado años desde que reconstruyera los muros, pero su corazón ardía con un nuevo propósito: purificar al pueblo de Dios.
Mientras recorría los atrios del templo, sus ojos se llenaron de tristeza al ver algo que nunca debió haber sucedido. Tobías, el amonita—un enemigo declarado de Israel—había sido alojado en una de las cámaras del templo. Aquel lugar, destinado a almacenar las ofrendas sagradas, ahora era la morada de un hombre que se burlaba del pueblo de Dios. Nehemías sintió un fuego santo consumir su interior.
—¡Esto es una abominación!—exclamó, su voz resonando en los pasillos sagrados. Sin vacilar, ordenó que sacaran todos los enseres de Tobías y purificaran la cámara. Los sacerdotes, avergonzados, obedecieron mientras Nehemías recordaba las palabras de la Ley: *»Ningún amonita o moabita entrará en la congregación de Jehová»* (Deuteronomio 23:3).
Pero la impureza no terminaba allí. Al recorrer la ciudad, Nehemías descubrió que muchos judíos habían vuelto a casarse con mujeres de Ashod, Amón y Moab. Sus hijos ni siquiera hablaban hebreo, sino las lenguas de los pueblos paganos. El dolor lo embargó al ver cómo el pueblo se alejaba de su identidad santa.
—¿Acaso no fue por esto que cayó el rey Salomón?—clamó, recordando cómo los corazones de los reyes se habían corrompido por seguir a dioses ajenos. Sin temor, reprendió a los nobles y los obligó a jurar que no permitirían más esos matrimonios mixtos.
Y aún había más. El día de reposo, que debía ser santo, se había convertido en un día común. Mercaderes fenicios y judíos comerciaban dentro de la ciudad, profanando el día que Dios había bendecido. Nehemías, indignado, cerró las puertas de Jerusalén antes del atardecer y advirtió:
—Si vuelven a traer sus mercancías en sábado, pondré mis manos sobre ustedes—. Los mercaderes, sorprendidos por su firmeza, no osaron desafiar su autoridad.
Finalmente, Nehemías restauró el diezmo, asegurándose de que los levitas y cantores recibieran su porción, para que no abandonaran el templo en busca de sustento. Ordenó tesoreros fieles y estableció todo conforme a la Ley de Moisés.
Al terminar su reforma, Nehemías elevó una oración ferviente:
—¡Acuérdate de mí, Dios mío, para bien! No borres las obras que he hecho por tu pueblo y por tu casa—.
Y así, con celo santo y manos firmes, Nehemías guió a su pueblo de vuelta a la obediencia, recordándoles que eran un pueblo apartado para el Dios verdadero. La santidad no era negociable, y él, como siervo fiel, no permitiría que Jerusalén volviera a caer en la complacencia.
**Fin.**