Here’s a concise and engaging Spanish title within 100 characters: **La Serpiente de Bronce y la Victoria en Canaán** (99 characters, no symbols or quotes.) This keeps the core themes of the story while being brief and clear. Let me know if you’d like any adjustments!
**La Serpiente de Bronce y la Victoria sobre los Cananeos**
El sol abrasador del desierto caía como una losa sobre el pueblo de Israel, que avanzaba con paso cansado por las áridas tierras al sur de Canaán. Tras años de vagar, el desánimo se había apoderado de muchos, y las murmuraciones contra Moisés y contra el Señor resonaban en cada campamento.
—¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en este desierto? —se quejaba un hombre de barba polvorienta, secándose el sudor de la frente—. ¡Aquí no hay pan ni agua, y estamos hartos de este miserable maná!
Su voz se unía a un coro de lamentos que crecía como un eco amargo. A pesar de las provisiones divinas, los corazones del pueblo se endurecían, olvidando las maravillas que el Señor había obrado a su favor.
La ira de Dios no se hizo esperar. Una mañana, mientras las familias despertaban entre sus tiendas, un grito de terror rasgó el aire.
—¡Serpientes! ¡Serpientes venenosas entre nosotros!
Desde las grietas de la tierra y entre las rocas, innumerables serpientes ardientes —llamadas así por el fuego de su veneno— se deslizaban hacia el campamento. Sus mordeduras inflamaban la piel con un dolor insoportable, y muchos caían muertos en medio de agonías espantosas.
El pánico se extendió como sombra. Los israelitas, arrepentidos demasiado tarde, acudieron a Moisés con rostros demudados.
—Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti —confesó un anciano, temblando—. ¡Ruega al Señor que aleje de nosotros estas serpientes!
Moisés, con el corazón pesaroso por su pueblo, se postró en oración. Y el Señor, misericordioso incluso en el juicio, le dio una respuesta:
—Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre un asta. Cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá.
Sin demora, Moisés ordenó a los artesanos fundir una serpiente de bronce, brillante como el sol del mediodía. La levantó en un poste alto, visible desde todos los rincones del campamento.
—¡Mirad a la serpiente! —gritaban los levitas—. ¡El que la vea, vivirá!
Al principio, algunos dudaban. ¿Cómo podía salvarles una simple imagen? Pero los que, en fe, alzaban sus ojos hacia el bronce reluciente, encontraban sanidad inmediata. El veneno perdía su poder, y la vida volvía a sus cuerpos. Aquel acto de obediencia y fe se convirtió en señal de la misericordia divina.
**La Victoria sobre Arad y los Cananeos**
Poco después, el pueblo llegó a los límites de la tierra prometida. La noticia de su avance corrió hasta el rey Arad, un gobernante cananeo que habitaba en el Neguev. Temeroso de aquella multitud que se acercaba, reunió a sus guerreros y tendió una emboscada, capturando a varios israelitas.
El clamor del pueblo subió nuevamente al cielo, pero esta vez no fue una queja, sino un voto solemne:
—Si entregas a este pueblo en nuestras manos, dedicaremos sus ciudades al exterminio para el Señor.
Dios escuchó su promesa. Con fuerzas renovadas, los israelitas marcharon contra los cananeos y los derrotaron por completo, arrasando sus ciudades y consagrándolas al Señor. El lugar fue llamado *Horma*, «consagración», como recordatorio de su victoria y devoción.
**El Cántico del Pozo**
Tras la batalla, el pueblo continuó su viaje hacia el desierto de Moab. La sed los afligía nuevamente, hasta que llegaron a un lugar árido donde el Señor habló a Moisés:
—Reúne al pueblo, y yo les daré agua.
Cuando los israelitas cavaron con fe, brotó un manantial cristalino que sació su sed. En medio de la alegría, los líderes entonaron un cántico espontáneo:
*»¡Surge, oh pozo! Cantadle,
al pozo que cavaron los príncipes,
que perforaron los nobles del pueblo!»*
El agua fluyó abundante, y el pueblo comprendió una vez más que el Señor nunca los abandonaría.
Así, entre juicios y misericordias, victorias y pruebas, Israel avanzaba hacia la tierra prometida, aprendiendo que la obediencia y la fe eran el camino a la vida. La serpiente de bronce se alzaba como un recordatorio eterno: la salvación viene de mirar al que Dios ha levantado.