Biblia Sagrada

Here’s a concise and engaging title for your Bible story in Spanish (within 100 characters, without symbols or quotes): **El Fuego del Cielo y el Triunfo de la Justicia Divina** (Alternative, shorter option if preferred: **El Señor Reina: Fuego y Justicia en la Tierra**) Both options capture the core themes of divine judgment, God’s reign, and the contrast between light and darkness in your story. Let me know if you’d like any adjustments!

**El Reinado del Señor sobre Toda la Tierra**

En los días antiguos, cuando las naciones aún se debatían entre la oscuridad y la luz, el Señor Dios estableció su reinado sobre toda la tierra. Su majestad llenaba los cielos, y su justicia era como una montaña inconmovible. Las nubes y la densa oscuridad lo rodeaban, pero de su presencia brotaba un fuego purificador que consumía toda maldad.

En una pequeña aldea al pie de los montes de Judá, vivía un hombre llamado Eliab, un pastor de ovejas que meditaba día y noche en las maravillas del Altísimo. Una noche, mientras velaba su rebaño bajo un cielo estrellado, el viento comenzó a rugir con fuerza inusitada. Los relámpagos cruzaban el firmamento como flechas de fuego, iluminando los valles y las colinas. Eliab cayó de rodillas, temeroso, pero en su corazón resonaban las palabras del salmista: *»El Señor reina; regocíjese la tierra, alégrense las muchas costas»*.

De repente, una voz poderosa, aunque no audible, llenó su espíritu: *»Los que aman al Señor odian el mal»*. Eliab comprendió entonces que el fuego que iluminaba la noche no era solo para asombro de los hombres, sino para recordarles que el Todopoderoso guarda a sus fieles y los libra de la mano de los impíos.

Mientras tanto, en la ciudad cercana de Siquem, los malvados se burlaban de los justos. El gobernante de la región, un hombre cruel llamado Asa, había levantado ídolos en las plazas y oprimía a los pobres. Pero esa misma noche, un terremoto sacudió los cimientos de su palacio. Las estatuas de sus dioses falsos cayeron hechas pedazos, y los sacerdotes de Baal huyeron aterrorizados. El fuego del cielo había consumido sus altares, y solo quedó el humo como testimonio de la derrota de la maldad.

Al amanecer, la noticia se extendió por toda la región. Los justos, que antes se escondían por temor a Asa, salieron de sus casas con rostros radiantes. Las montañas mismas parecían derretirse como cera ante la presencia del Señor. Los cielos proclamaban su justicia, y todos los pueblos contemplaban su gloria.

Eliab, aún en el campo, alzó sus manos en adoración. Sabía que el Señor no solo reinaba en las alturas, sino en el corazón de aquellos que lo buscaban con integridad. Y así, mientras el sol ascendía sobre las colinas, una nueva canción brotó de sus labios, un canto de alegría porque la luz de Dios había venido para los rectos de corazón, y su justicia brillaba como el mediodía.

Desde aquel día, los habitantes de la región recordaron que el Señor es exaltado sobre todos los dioses, y que su reino está cimentado en la verdad. Los que confiaban en ídolos quedaron en vergüenza, pero los fieles se regocijaron, porque el Dios de Israel, el único verdadero, había manifestado su poder.

Y así, la palabra del Salmo 97 se cumplió una vez más: *»Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón»*.

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