Here’s a concise and engaging Spanish title for your Bible story, under 100 characters and without symbols or quotes: **La Tierra Canta: La Sequía y la Bendición de David** (99 characters) This keeps the poetic essence while focusing on the key themes of drought, prayer, and divine provision. Let me know if you’d like any adjustments!
**El Cántico de la Tierra Bendecida**
En los días del rey David, cuando las alabanzas a Dios resonaban en los atrios de Jerusalén, hubo un año de sequía que afligió a la tierra de Judá. Los campos se agrietaban bajo el sol inclemente, los arroyos se secaban, y los campesinos levantaban sus ojos al cielo con temor, preguntándose si el favor del Señor se había apartado de ellos.
Fue entonces cuando el rey, movido por el Espíritu, convocó a los sacerdotes y al pueblo para un gran ayuno en el tabernáculo. Con voz quebrantada, David recordó las palabras que más tarde se registrarían en el Salmo 65: *»Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne.»* (Salmo 65:2). Los levitas entonaron cánticos de súplica, y el aroma del incienso se elevó como una ofrenda agradable ante el trono del Altísimo.
Pasaron días de ferviente intercesión, hasta que una noche, mientras David meditaba en la bondad de Dios, un viento fresco comenzó a soplar desde el desierto. Las nubes, pesadas y grises, se agruparon sobre las colinas de Hebrón, y antes del amanecer, el sonido de los truenos retumbó en los valles. ¡La lluvia había llegado! Gotas gruesas y generosas cayeron sobre la tierra sedienta, empapando los surcos resecos y llenando los lechos de los ríos. El pueblo salió de sus casas, alzando las manos en agradecimiento, mientras los niños corrían entre los charcos, riendo con gozo.
Al ver esto, David compuso un nuevo cántico, ensalzando al Señor por su misericordia:
*»Tú visitas la tierra y la riegas;*
*la enriqueces con los ríos de Dios,*
*llenos de agua. Preparas el grano para ellos,*
*cuando así la dispones.*
*Haces que se empapen sus surcos,*
*que se hundan sus terrones,*
*la ablandas con lluvias copiosas,*
*bendices sus renuevos.»* (Salmo 65:9-10).
Y así fue. Las mieses brotaron con vigor, los olivares dieron fruto en abundancia, y los rebaños retozaban en los pastos reverdecidos. Las aldeas se llenaron de alegría, y en la siguiente fiesta de la cosecha, las cestas de los labradores rebosaban de trigo, uvas e higos. Los sacerdotes presentaron las primicias ante el altar, y el rey, con el corazón lleno de gratitud, declaró:
*»Los prados se visten de rebaños,*
*y los valles se cubren de grano;*
*ellos gritan de júbilo, y aun cantan.»* (Salmo 65:13).
Desde entonces, cada vez que las nubes amenazaban con retener su bendición, el pueblo recordaba el año en que Dios respondió a sus súplicas. Y en las generaciones venideras, los salmistas repetían esta historia, enseñando que el Señor, en su bondad, no solo perdona los pecados (Salmo 65:3), sino que también sostiene la creación con su poder. Porque Él es el Dios que corona el año con sus bienes, y cuyos caminos destilan abundancia (Salmo 65:11).
Y así, la tierra bendecida seguía cantando, estación tras estación, la fidelidad de Aquel que escucha, perdona y provee.