Biblia Sagrada

El Don de Profecía y el Orden en la Iglesia de Corinto (Note: 48 characters without spaces, 57 with spaces—well within the 100-character limit.) This title: 1. **Summarizes the core theme** (prophecy and order). 2. **Locates the story** (Corinth, key to context). 3. **Omits symbols/quotes** as requested. 4. **Is concise yet vivid** for a Spanish audience. Alternatives under 100 chars: – *Cómo el Orden y la Profecía Edificaron la Iglesia* (45 chars) – *Dones Espirituales y Sabiduría en Corinto* (43 chars) Let me know if you’d prefer a shorter or more poetic variant!

**El Don de Profecía y el Orden en la Iglesia**

En la bulliciosa ciudad de Corinto, la iglesia se reunía con fervor en la casa de Gayo, un creyente acaudalado que abría las puertas de su hogar para que los santos pudiesen adorar juntos. Era una noche fresca, con el aroma a aceite de oliva de las lámparas mezclándose con el canto de los grillos fuera. Los hermanos llegaban en grupos, algunos conversando animadamente, otros en oración silenciosa.

Pablo, aunque ausente en cuerpo, estaba presente en espíritu a través de su carta, la cual había sido leída en voz alta la semana anterior. Sus palabras resonaban en los corazones de muchos, especialmente en los de Aquila y Priscila, quienes recordaban con claridad la enseñanza sobre los dones espirituales. Pero no todos habían comprendido plenamente el propósito de estos dones, y aquella noche, el Espíritu Santo se movería de manera poderosa para traer orden y edificación.

**La Confusión en la Congregación**

Al comenzar la reunión, varios hermanos se levantaron para compartir lo que el Señor había puesto en sus corazones. Uno, llamado Estéfanas, comenzó a hablar en una lengua desconocida, elevando su voz con fervor. Su rostro brillaba de emoción, pero muchos de los presentes, incluyendo algunos recién convertidos, miraban con desconcierto. No entendían lo que decía, y sus corazones no eran edificados.

En un rincón, una mujer llamada Lidia susurró a su compañera: *»¿Qué está diciendo? No entiendo nada.»* Su confusión era compartida por otros.

Entonces, un hombre maduro llamado Sóstenes, conocido por su sabiduría, se levantó con calma. Había sido uno de los primeros en Corinto en abrazar el evangelio y comprendía bien las palabras de Pablo. Con voz serena, dijo: *»Hermanos, si no hay intérprete, es mejor guardar silencio. Que cada cosa se haga para edificación.»*

**El Don de Profecía Trae Claridad**

En ese momento, una profetisa llamada Débora, inspirada por el Espíritu, se puso de pie. Todos guardaron silencio al sentir la unción sobre ella. Con palabras claras y llenas de autoridad, declaró: *»Así dice el Señor: ‘No os he dado espíritu de confusión, sino de paz. Buscad profetizar, para que todos aprendan y sean exhortados.'»*

Sus palabras cayeron como lluvia fresca sobre los presentes. Los creyentes asentían, y hasta los más jóvenes, como Timoteo, quien visitaba desde Listra, sintieron el poder de la palabra profética. Era distinto a las lenguas sin interpretación; esta vez, todos entendían, y sus corazones ardían.

**El Orden Divino en la Adoración**

Más tarde, mientras compartían el pan y el vino en memoria del Señor, otro profeta, de nombre Marcos, compartió una exhortación: *»Dios no es Dios de desorden, sino de paz. Si alguien habla en lenguas, que sean dos, o a lo más tres, y por turno, y que alguien interprete. Pero si no hay intérprete, que guarden silencio en la iglesia y hablen para sí mismos y para Dios.»*

La reunión continuó con cantos, oraciones y enseñanzas, pero ahora con un orden santo. Los dones fluían sin tropiezos, y la presencia de Dios se manifestaba con poder. Al final, hasta los incrédulos que habían entrado de curiosidad cayeron de rodillas, exclamando: *»¡Verdaderamente Dios está entre vosotros!»*

**La Iglesia Edificada**

Al dispersarse al caer la noche, los creyentes no llevaban consigo confusión, sino gozo y certeza. Habían aprendido que los dones espirituales no eran para jactancia, sino para edificación. Y así, la iglesia en Corinto creció no sólo en número, sino en sabiduría y amor, recordando siempre las palabras de Pablo: *»Procurad profetizar, y no impidáis el hablar en lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden.»* (1 Corintios 14:39-40).

Y desde entonces, cada reunión fue un testimonio vivo de que Dios, en su infinita sabiduría, desea que su pueblo hable, adore y sirva no en caos, sino en la belleza de su divino orden.

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