Biblia Sagrada

Here’s a concise and engaging title in Spanish (under 100 characters): **El Pacto Quebrantado y la Misión de Jeremías** Alternatively, for more drama: **Jeremías y el Juicio por el Pacto Olvidado** Both fit within the limit and capture the essence of the story. Let me know if you’d like any adjustments!

**El Pacto Quebrantado y el Llamado de Jeremías**

En los días del rey Joaquín de Judá, cuando la sombra de la desobediencia se extendía sobre el pueblo como un manto pesado, la palabra del Señor vino a Jeremías con un mensaje solemne. Era una mañana brumosa en Anatot, la aldea de los sacerdotes, donde el profeta habitaba. El aire olía a tierra húmeda y a hierbas marchitas, como si la creación misma supiera que el juicio se acercaba.

El Señor le habló a Jeremías con voz clara: *»Escucha las palabras de este pacto y háblalas a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén. Diles: Así dice el Señor, Dios de Israel: Maldito el hombre que no obedezca las palabras de este pacto»*.

Jeremías, con el corazón apretado por el peso de la revelación, salió de su casa y emprendió el camino hacia Jerusalén. Las calles de la ciudad santa bullían con gente, pero pocos prestaban atención a los mandamientos del Señor. Los mercaderes gritaban sus precios, los sacerdotes realizaban ritos vacíos, y el pueblo seguía a dioses extraños, olvidando el pacto que sus padres habían jurado en el desierto.

El profeta se detuvo frente al templo, donde los líderes del pueblo se reunían para ofrecer sacrificios. Con voz firme, Jeremías declaró: *»El Señor os recuerda el pacto que hizo con vuestros padres cuando los sacó de Egipto. Les prometió ser su Dios si ellos guardaban sus mandamientos. Pero vosotros habéis quebrantado ese pacto, habéis adorado a Baal y os habéis inclinado ante dioses que no os pueden salvar»*.

Algunos escucharon con rostros endurecidos, otros murmuraron entre sí, pero nadie se arrepintió. En las casas de Jerusalén, en los campos de Judá, el pecado había echado raíces profundas como maleza en un campo fértil.

Entonces, el Señor reveló a Jeremías una conspiración contra su vida. Los hombres de Anatot, incluso sus propios parientes, tramaban matarlo por anunciar la verdad. *»No profetices en nombre del Señor —le decían—, o morirás»*. Pero Jeremías, fortalecido por la mano divina, no calló.

Con dolor en el alma, clamó al cielo: *»¡Oh Señor de los ejércitos, tú que juzgas con justicia, examina mi corazón! Tú sabes que he sido fiel. No permitas que los malvados triunfen»*.

Y el Señor respondió: *»Yo traeré sobre ellos el mal que merecen. Los jóvenes morirán por la espada, sus hijos y hijas por hambre, y no quedará de ellos remanente alguno, porque persiguieron al que yo envié»*.

Así, Jeremías continuó su ministerio, anunciando el juicio inminente, pero también la esperanza futura. Porque el Señor, aunque castiga, no abandona para siempre a los suyos. Y en medio de la oscuridad, la voz del profeta resonaba como un llamado al arrepentimiento, un último suspiro de misericordia antes de que cayera el hacha de la justicia.

Y así, en aquellos días turbulentos, el pacto quebrantado clamaba desde la tierra, y el cielo respondía con advertencias y promesas, porque el Dios de Israel es fiel, aun cuando su pueblo no lo es.

LEAVE A RESPONSE

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *