Biblia Sagrada

El Juicio de Dios y el Llamado al Arrepentimiento en Amós 4 (99 caracteres)

**El Juicio y la Llamada al Arrepentimiento: Una Historia Basada en Amós 4**

En los días en que el reino de Israel, bajo el mando de Jeroboam II, prosperaba en riquezas pero decaía en justicia, la voz de un humilde pastor de Tecoa resonó como un trueno en medio de la opulencia y la decadencia. Amós, un hombre acostumbrado a la soledad de los campos y al cuidado de los rebaños, fue enviado por el Señor con un mensaje urgente para las mujeres y los hombres de Samaria, la capital del reino del norte.

**Las Mujeres de Samaria y su Orgullo**

Las calles de Samaria bullían con actividad. Los mercados estaban repletos de los mejores vinos, las telas más finas y los perfumes más exquisitos. Las mujeres de la nobleza, llamadas por el profeta «vacas de Basán», se paseaban con arrogancia por las plazas, vestidas con lujosos ropajes, adornadas con joyas y perfumadas con aceites costosos. Sus maridos, los líderes del pueblo, acumulaban riquezas mientras oprimían a los pobres, vendiendo al justo por dinero y pisoteando la cabeza de los necesitados (Amós 2:6-7).

Estas mujeres, en su soberbia, exigían a sus esposos más vino, más fiestas, más placeres. «¡Traedme de beber!», ordenaban, sin importarles que el lujo en el que vivían se había construido sobre el sufrimiento de los humildes. Sus corazones estaban lejos de Dios, y su religión era solo una farsa: asistían a los santuarios de Betel y Dan, donde adoraban becerros de oro, mezclando el culto a Yahweh con prácticas paganas.

**Las Advertencias de Dios**

Y entonces, a través de Amós, el Señor alzó su voz:

*»Escuchen esto, vacas de Basán que están en el monte de Samaria, que oprimen a los pobres, que aplastan a los necesitados, que dicen a sus maridos: ‘¡Traed, y bebamos!'»* (Amós 4:1).

Dios no permanecería en silencio ante tal injusticia. Él, que había sostenido a Israel con mano poderosa desde Egipto, ahora levantaba su juicio contra ellos. Una a una, el profeta enumeró las advertencias que el Señor ya había enviado, pero que ellos habían ignorado:

1. **Hambre en medio de la abundancia**: *»Les retiré el pan cuando aún tenían comida en sus casas, pero no se volvieron a mí»* (Amós 4:6). Aunque los graneros de los ricos estaban llenos, Dios permitió que una sequía cayera sobre la tierra, dejando a muchos sin alimento. Pero en lugar de arrepentirse, los poderosos acaparaban más.

2. **Sequía y desesperación**: *»Detuve la lluvia cuando faltaban tres meses para la cosecha. Hice que lloviera sobre una ciudad, y sobre otra no. Un campo recibió lluvia, y otro se secó»* (Amós 4:7). Los agricultores clamaban a los ídolos, pero solo el verdadero Dios controlaba los cielos.

3. **Plagas y derrotas**: *»Os herí con tizón y añublo; vuestros huertos y viñas fueron devorados… pero no os volvisteis a mí»* (Amós 4:9). Las plagas de Egipto, que una vez habían sido juicio contra los opresores, ahora caían sobre el pueblo de Dios por su propia rebelión.

4. **Guerra y muerte**: *»Envié contra vosotros pestes como las de Egipto. Maté a vuestros jóvenes con la espada… pero no os volvisteis a mí»* (Amós 4:10). Los ejércitos enemigos se acercaban, y aún así, el pueblo seguía confiando en sus fortalezas y alianzas humanas en lugar de en el Señor.

5. **Destrucción como Sodoma**: *»Os arranqué como cuando Dios destruyó a Sodoma y Gomorra… pero no os volvisteis a mí»* (Amós 4:11). A pesar de ver ciudades arrasadas, su corazón permanecía endurecido.

**El Último Llamado**

Con voz solemne, Amós declaró el mensaje final:

*»Por tanto, así te haré yo, Israel. Prepárate para venir al encuentro de tu Dios»* (Amós 4:12).

No era una invitación a una fiesta, sino a un juicio. El Dios que había caminado con ellos en el desierto, que los había librado de sus enemigos, ahora vendría como un fuego consumidor. Ya no habría más advertencias, sino el día del ajuste de cuentas.

**Conclusión**

La historia de Amós 4 es un eco que resuena a través de los siglos: la riqueza sin justicia es vacía, la religión sin arrepentimiento es inútil, y el juicio de Dios es inevitable para aquellos que rechazan su misericordia. Pero incluso en medio de la severidad del mensaje, hay un llamado implícito: *»Busquen al Señor y vivirán»* (Amós 5:4).

Aquel día en Samaria, algunos quizá escucharon y temblaron. Otros siguieron en su orgullo, hasta que el imperio asirio llegó y los arrastró al exilio. Pero la voz de Amós sigue hablando hoy: Dios no se complace en el castigo, sino en el corazón quebrantado que se vuelve a Él.

*»Porque el Señor no hace nada sin revelar su secreto a sus siervos los profetas»* (Amós 3:7). Y su secreto siempre ha sido el mismo: *»Volved a mí, y viviréis»*.

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