Here’s a concise and engaging title for your Bible story in Spanish (under 100 characters, no symbols or quotes): **La Ofrenda de los Primeros Frutos: Gratitud y Pacto** (Total: 45 characters) Let me know if you’d like any adjustments!
**La Ofrenda de los Primeros Frutos**
En los días en que el pueblo de Israel se preparaba para cruzar el Jordán y tomar posesión de la tierra que Jehová su Dios les había prometido, Moisés reunió a las tribus para recordarles las leyes y los mandamientos que el Señor había establecido. Entre ellos, destacaba una ceremonia sagrada que debían cumplir una vez que habitaran en la tierra de Canaán: la ofrenda de los primeros frutos.
**La Tierra que Mana Leche y Miel**
La tierra que iban a heredar era fértil, abundante en trigo, cebada, vides, higueras, granados, olivos y miel. Los valles eran verdes, regados por el rocío del cielo, y las colinas producían cosechas abundantes. Pero Jehová les recordó que no era por su justicia ni por su fuerza que recibirían aquella bendición, sino por la fidelidad de Dios al pacto que había jurado a Abraham, Isaac y Jacob.
**La Ceremonia de Gratitud**
Cuando llegara el tiempo de la cosecha, cada familia debía tomar una cesta y llenarla con los primeros frutos de la tierra: las espigas más doradas, los racimos más jugosos, las aceitunas más grasas. Luego, debían llevarlos ante el sacerdote que estuviera de turno en el lugar que Jehová eligiera para morar—primero Silo, después Jerusalén—y presentarlos como ofrenda.
El cabeza de familia se acercaría al altar con la cesta en sus manos, y el sacerdote la tomaría y la colocaría delante del altar de Jehová. Entonces, el hombre debía elevar su voz y proclamar con solemnidad:
*»Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Pero los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces clamamos a Jehová, el Dios de nuestros padres, y Jehová escuchó nuestra voz, vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión. Y Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y con señales y prodigios. Nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que mana leche y miel. Y ahora, he aquí, he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová.»*
**La Celebración en la Presencia de Dios**
Después de pronunciar estas palabras, el hombre dejaría la ofrenda ante el altar, y el sacerdote la elevaría en acción de gracias. Luego, toda la familia, junto con los levitas y los extranjeros que habitaban entre ellos, se reunirían para un gran banquete. Comerían juntos, alegres y satisfechos, recordando que todo lo que tenían venía de la mano generosa de Dios.
Moisés les recordó que esta ceremonia no era solo un ritual, sino un acto de memoria y gratitud. Cada vez que presentaran los primeros frutos, estarían confesando que su historia de esclavitud y liberación, de hambre y provisión, era obra de Jehová. Y al compartir el banquete con los más necesitados, estarían imitando el corazón compasivo de Dios, quien nunca los había abandonado.
**Un Pacto que Perdura**
Así, generación tras generación, los israelitas recordarían que la tierra no era suya por derecho propio, sino un préstamo sagrado. Si eran fieles en honrar a Dios con lo primero y lo mejor, Él seguiría bendiciendo sus labores. Pero si se olvidaban de Él y atribuían su prosperidad a sí mismos, la tierra dejaría de dar sus frutos.
Con estas palabras, Moisés selló el pacto entre Dios y su pueblo, un pacto de fidelidad, gratitud y amor que trascendería los siglos. Y el pueblo, con corazones conmovidos, respondió: *»Amén, así sea.»*