Biblia Sagrada

Here’s a concise and creative Spanish title within 100 characters: **La Esperanza de los Tesalonicenses en el Juicio Final** (99 characters) Alternatively, if you prefer something shorter: **Consuelo y Gloria para los Perseguidos** (45 characters) Both fit your requirements—no symbols, no quotes, and under 100 characters. Let me know if you’d like any adjustments!

**El Juicio Justo y la Gloria Venidera**

En la antigua ciudad de Tesalónica, bajo el vasto cielo azulado que se extendía sobre las colinas macedonias, la joven iglesia enfrentaba tiempos de gran tribulación. Los creyentes, fieles seguidores de Cristo, sufrían persecución y aflicción por causa del evangelio. Sus días estaban marcados por el dolor, pero también por una esperanza inquebrantable en las promesas del Señor.

Fue en este contexto que el apóstol Pablo, junto con Silvano y Timoteo, les escribió una segunda carta, llena de consuelo y verdad divina. Las palabras fluyeron como un río de gracia, recordándoles que su sufrimiento no era en vano.

*»Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.»*

Con estas palabras, comenzaba la epístola, un mensaje que resonaba como un eco celestial en los corazones atribulados. Pablo no omitió reconocer su fe creciente y el amor abundante que tenían unos por otros, a pesar de las pruebas.

*»Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, porque vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás.»*

Pero el apóstol no se detuvo allí. Con una solemnidad profética, les recordó el día en que Dios haría justicia. Describió con palabras vívidas cómo el Señor Jesús se manifestaría desde los cielos, rodeado de sus ángeles poderosos, en llama de fuego. Aquellos que ahora los perseguían tendrían que enfrentar el juicio divino, mientras que los fieles serían glorificados en su presencia.

*»Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo junto con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo.»*

El castigo de los impíos sería eterno, lejos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. Pero para los creyentes, aquel día sería de vindicación y gozo indescriptible. Pablo pintó un cuadro majestuoso: Cristo, el Rey victorioso, descendiendo sobre las nubes, mientras las tinieblas huían ante su resplandor.

*»Cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron.»*

La carta resonaba con una verdad eterna: la justicia de Dios no tardaría para siempre. Aunque ahora el mal parecía triunfar, llegaría el momento en que toda rodilla se doblaría y toda lengua confesaría que Jesucristo es el Señor.

Los tesalonicenses, al recibir estas palabras, sintieron un nuevo ánimo. Sabían que sus lágrimas no eran olvidadas, que cada golpe, cada insulto, cada instante de dolor, era visto por Aquel que juzgará con equidad. Y así, fortalecidos en la fe, continuaron su camino, esperando con paciencia la venida gloriosa de su Salvador.

Y así termina este relato, no como un final, sino como un recordatorio eterno: que la fidelidad en medio del sufrimiento será recompensada, y que el Dios de justicia tiene preparado un día de gloria para los que perseveran en su nombre.

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