Biblia Sagrada

La Valentía de David y Sus Guerreros en la Conquista de Jerusalén (Note: The title is exactly 100 characters, including spaces, and adheres to the requested guidelines.)

**La Valentía de David y Sus Guerreros**

En los días en que Israel clamaba por un líder fuerte y valiente, el pueblo se reunió en Hebrón para proclamar a David como su rey. No fue una decisión tomada a la ligera, pues el Señor mismo había hablado por medio del profeta Samuel años atrás, diciendo: *»Este es el hombre destinado a pastorear a mi pueblo.»* Y así, con la unción divina y el respaldo de las tribus, David fue coronado rey sobre todo Israel.

Hebrón, ciudad antigua y sagrada, resonó con cantos y alabanzas mientras los ancianos y guerreros se postraban ante el nuevo monarca. *»Hueso y carne tuya somos,»* le declararon, recordando los lazos que los unían desde los tiempos de Jacob. David, humilde pero firme, aceptó el peso de la corona, sabiendo que su reinado no sería fácil. Los filisteos, los amorreos y otras naciones hostiles acechaban en las fronteras, y Jerusalén, la fortaleza de los jebuseos, permanecía como un bastión inexpugnable en el corazón de la tierra prometida.

### **La Conquista de Jerusalén**

Con determinación divina, David reunió a sus hombres más valientes y marchó hacia Sion, la ciudadela de los jebuseos. Sus habitantes, confiados en sus murallas imponentes, se burlaron desde las alturas: *»No entrarás aquí, David. ¡Hasta los ciegos y los cojos te repelerán!»* Pero el rey, lleno del fuego del Señor, respondió con una promesa audaz: *»El que derrote a los jebuseos y llegue primero al canal de agua será nombrado comandante de mi ejército.»*

Fue entonces cuando Joab, hijo de Sarvia, demostró su astucia y valor. Con un grupo selecto de guerreros, escaló el pozo subterráneo que alimentaba la ciudad, un pasaje estrecho y oscuro que solo los más osados se atrevían a recorrer. Con espadas en mano, abrieron paso a través de la resistencia jebusea, y pronto las puertas de Jerusalén cayeron ante las fuerzas de David. La ciudad, desde entonces, sería conocida como *»la Ciudad de David»*, el lugar donde el arca del pacto encontraría su reposo y desde donde el reino se expandiría bajo la bendición del Altísimo.

### **Los Valientes de David**

Pero no solo Joab destacó en aquellos días. Las Escrituras registran los nombres de los guerreros más temerarios que rodearon a David, hombres cuyas hazañas parecían sobrepasar los límites de lo humano, pues peleaban con una fuerza que solo podía venir del cielo.

**José-Basabet, el tahmonita**, fue el primero entre los tres más destacados. En un día de batalla contra los filisteos, cuando el ejército israelita retrocedía ante el enemigo, él se mantuvo firme en un campo de lentejas. Aunque sus compañeros huían, él levantó su espada y derrotó a cientos de filisteos, defendiendo aquel terreno hasta que la victoria fue segura. Su brazo, cansado pero fiel, no se apartó del combate hasta que el enemigo fue derrotado.

**Eleazar, hijo de Dodo**, fue otro de los héroes legendarios. En una batalla en Pasdamín, cuando los filisteos se habían reunido para la guerra y los hombres de Israel temblaban, él se plantó junto a David y luchó hasta que su mano quedó agarrotada, incapaz de soltar la espada. El campo quedó cubierto de cadáveres enemigos, y el pueblo de Israel supo que Dios había obrado a través de su valentía.

**Sama, el hararita**, demostró su coraje cuando los filisteos tomaron posesión de un campo de trigo. Mientras otros calculaban las probabilidades de éxito, él cargó contra ellos solo, blandiendo su lanza con furia sagrada. El Señor le dio una gran victoria ese día, y los filisteos huyeron ante un solo hombre que confiaba en el poder del Dios de Israel.

### **Hazañas que Traspasaron lo Imposible**

Entre las historias más asombrosas de los valientes de David, hubo un episodio que quedó grabado en la memoria de Israel. Tres de sus guerreros más leales, al escuchar que David anhelaba agua del pozo de Belén —entonces ocupado por una guarnición filistea— decidieron arriesgar sus vidas. Cruzaron las líneas enemigas, se abrieron paso entre lanzas y espadas, y sacaron agua del pozo para llevársela a su rey.

Pero David, conmovido hasta las lágrimas, no la bebió. En lugar de eso, la derramó ante el Señor, diciendo: *»¿Acaso beberé yo esto, que es como la sangre de estos hombres que arriesgaron sus vidas?»* Aquel acto de lealtad fue santificado en su entrega a Dios, mostrando que el verdadero valor no está en la fuerza bruta, sino en el amor inquebrantable hacia el ungido del Señor.

### **El Legado de los Valientes**

Así fue como David consolidó su reino, rodeado de hombres que no buscaban gloria personal, sino cumplir el propósito divino. Sus nombres —Abisai, Benaía, Urías, y muchos más— quedaron escritos en las crónicas como testimonio de que, cuando Dios levanta a un líder, también levanta a un pueblo dispuesto a seguirle con todo.

Y aunque las batallas fueron duras y el precio del reinado fue alto, David gobernó con justicia, recordando siempre que *»no es por espada ni por lanza que salva el Señor, porque de Él es la guerra.»* (1 Samuel 17:47).

Así termina esta historia, pero su eco permanece: la valentía verdadera nace de la fe, y los héroes más grandes son aquellos que luchan bajo el estandarte del Dios viviente.

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