El libro de Ester concluye con un capítulo breve pero significativo: el capítulo 10. Aunque corto en extensión, este capítulo encapsula la grandeza de Mardoqueo y el impacto duradero de su fe y su liderazgo en el imperio persa. Permíteme narrarte esta historia con detalles vívidos y profundidad teológica, manteniendo la esencia del texto bíblico.
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**El reinado de Asuero y la exaltación de Mardoqueo**
El rey Asuero, también conocido como Jerjes, gobernaba un imperio que se extendía desde la India hasta Etiopía, abarcando ciento veintisiete provincias. Era un monarca poderoso, temido por muchos, pero su reinado no habría sido el mismo sin la influencia de dos figuras clave: Ester, la reina judía, y Mardoqueo, su primo y mentor. Después de los eventos que salvaron al pueblo judío de la destrucción planeada por Amán, el agraciado, el rey Asuero consolidó su poder y continuó gobernando con sabiduría y justicia.
Mardoqueo, quien había sido elevado a la posición de segundo al mando del rey, se convirtió en un líder admirado y respetado en todo el imperio. Su ascenso no fue casual, sino el resultado de la providencia divina y su inquebrantable fe en el Dios de Israel. Aunque el nombre de Dios no se menciona explícitamente en el libro de Ester, Su mano guiadora es evidente en cada giro de la historia. Mardoqueo, un hombre de integridad y valentía, había arriesgado su vida para salvar a su pueblo, y ahora disfrutaba del favor del rey y del pueblo.
El palacio de Susa, la capital del imperio, era un lugar de esplendor y majestuosidad. Sus altos muros de piedra brillaban bajo el sol, y sus jardines exuberantes estaban llenos de flores exóticas y fuentes que murmuraban suavemente. En el gran salón del trono, el rey Asuero se sentaba en su trono de oro y marfil, rodeado de cortesanos y oficiales. A su lado derecho, Mardoqueo ocupaba un lugar de honor, vestido con ropas reales que reflejaban su autoridad y dignidad.
Mardoqueo no solo era un líder político, sino también un hombre de profunda fe. Cada mañana, antes de ocuparse de los asuntos del imperio, se retiraba a un lugar tranquilo para orar y meditar en las Escrituras. Recordaba las promesas de Dios a su pueblo y se aseguraba de que su liderazgo estuviera siempre alineado con los principios de justicia y misericordia. Su vida era un testimonio viviente de que Dios exalta a los humildes y usa a los fieles para cumplir Sus propósitos.
**El legado de Mardoqueo**
El capítulo 10 de Ester nos dice que los hechos de Mardoqueo fueron registrados en los anales de los reyes de Media y Persia. Estos registros no solo documentaban sus logros políticos, sino también su papel crucial en la preservación del pueblo judío. Mardoqueo no buscaba gloria personal; su mayor deseo era ver a su pueblo prosperar y vivir en paz. A través de su liderazgo, los judíos en el imperio persa disfrutaron de un período de seguridad y estabilidad.
En las provincias lejanas, desde las montañas de Media hasta los desiertos de Etiopía, el nombre de Mardoqueo era sinónimo de sabiduría y justicia. Los gobernadores locales lo respetaban, y el pueblo común lo admiraba por su compasión y equidad. Aunque ocupaba un puesto de gran autoridad, nunca olvidó sus raíces ni su identidad como judío. Siempre llevaba consigo un pequeño rollo de las Escrituras, recordando las palabras de Dios y las historias de sus antepasados.
**La grandeza del rey Asuero**
El capítulo también menciona la grandeza del rey Asuero y cómo impuso tributo sobre todo su imperio. Esto no era simplemente un acto de opresión, sino una forma de mantener el orden y la prosperidad en un territorio tan vasto. El rey, bajo la influencia de Mardoqueo, gobernaba con un sentido de responsabilidad hacia su pueblo. Aunque no era un hombre perfecto, había aprendido a valorar la sabiduría y a escuchar a aquellos que buscaban el bien común.
En los banquetes reales, donde los manjares más exquisitos y los vinos más finos se servían en copas de oro, el rey Asuero a menudo compartía mesa con Mardoqueo. En estas ocasiones, el rey escuchaba atentamente los consejos de su segundo al mando, reconociendo que su éxito como gobernante dependía en gran medida de la sabiduría que Mardoqueo le impartía.
**Reflexión teológica**
La historia de Ester 10 nos recuerda que Dios está en control de la historia, incluso cuando Su nombre no es mencionado explícitamente. A través de Mardoqueo, vemos cómo Dios usa a personas fieles para cumplir Sus propósitos y proteger a Su pueblo. Mardoqueo no buscó su propia gloria, sino que se mantuvo fiel a Dios y a su pueblo, y como resultado, fue exaltado.
Este capítulo también nos enseña sobre la importancia de la integridad y la humildad en el liderazgo. Mardoqueo no permitió que el poder lo corrompiera; en cambio, lo usó para servir a los demás y glorificar a Dios. Su vida es un ejemplo de cómo los creyentes pueden influir en el mundo que los rodea cuando permanecen fieles a los principios divinos.
**Conclusión**
Así concluye el libro de Ester, con un testimonio de la grandeza de Mardoqueo y la soberanía de Dios. Aunque el capítulo 10 es breve, su mensaje es profundo: Dios obra en las vidas de aquellos que confían en Él, y Su mano guiadora puede transformar incluso las circunstancias más difíciles en oportunidades para Su gloria. Que la historia de Mardoqueo nos inspire a vivir con fe, integridad y un corazón dispuesto a servir a Dios y a los demás.