Biblia Sagrada

La Construcción del Templo de Salomón en Jerusalén

En los días del rey Salomón, hijo de David, el pueblo de Israel vivía en paz y prosperidad. El Señor había bendecido a Salomón con sabiduría y riquezas, y el rey decidió cumplir el deseo de su padre: construir una casa para el nombre del Señor en Jerusalén, en el monte Moriah, donde Dios se había aparecido a David, su padre. Este lugar sagrado, donde Abraham había estado dispuesto a ofrecer a su hijo Isaac siglos atrás, sería ahora el sitio donde se alzaría el templo del Dios de Israel.

Salomón comenzó la construcción en el segundo día del segundo mes del cuarto año de su reinado. El rey reunió a los mejores artesanos, arquitectos y obreros de todo el reino, y también trajo materiales preciosos de tierras lejanas. La madera de cedro fue traída desde el Líbano, y las piedras fueron cuidadosamente talladas y preparadas para la edificación. El templo sería una obra maestra de belleza y santidad, un lugar donde la gloria de Dios habitaría entre su pueblo.

El diseño del templo seguía el patrón del tabernáculo que Moisés había construido en el desierto, pero con dimensiones más grandes y detalles más elaborados. El edificio principal medía sesenta codos de largo y veinte codos de ancho, según la medida antigua. El vestíbulo de entrada, que estaba al frente del templo, tenía veinte codos de largo, igual al ancho del edificio, y su altura era de ciento veinte codos. Salomón ordenó que el interior del vestíbulo fuera revestido de oro puro, para reflejar la majestad y la santidad de Dios.

El rey también mandó construir el Lugar Santísimo, el espacio más sagrado del templo, donde se colocaría el arca del pacto. Este recinto medía veinte codos de largo, veinte codos de ancho y veinte codos de alto, formando un cubo perfecto. Las paredes del Lugar Santísimo fueron revestidas con oro fino, y el piso también fue cubierto de oro. Salomón ordenó que se hicieran dos querubines de madera de olivo, cada uno de diez codos de altura, y que fueran colocados en el Lugar Santísimo. Las alas de los querubines se extendían de tal manera que una ala de cada querubín tocaba la pared, y las otras dos alas se tocaban entre sí en el centro del recinto. Estos querubines, cubiertos de oro, representaban la presencia protectora y gloriosa de Dios.

El resto del templo también fue adornado con exquisitos detalles. Las paredes interiores fueron talladas con figuras de querubines, palmeras y flores, y luego cubiertas de oro. El piso del templo fue revestido de oro, de modo que todo el interior brillaba con un resplandor celestial. Las puertas del templo fueron hechas de madera de olivo y decoradas con tallas de querubines, palmeras y flores, y luego recubiertas de oro. Incluso los clavos que sostenían las puertas eran de oro.

En el atrio exterior, Salomón construyó un gran altar de bronce para los sacrificios, y también hizo una fuente de bronce llamada «el mar», que descansaba sobre doce bueyes de bronce. Esta fuente era utilizada por los sacerdotes para lavarse antes de realizar sus deberes sagrados. Además, el rey ordenó la creación de diez candelabros de oro puro, diez mesas y otros utensilios sagrados, todos elaborados con la mayor habilidad y dedicación.

El trabajo en el templo tomó siete años, y durante todo ese tiempo, Salomón supervisó personalmente cada detalle, asegurándose de que todo fuera hecho conforme a las instrucciones que Dios había dado a su padre David. Cuando finalmente el templo estuvo terminado, el pueblo de Israel se maravilló ante su esplendor. Era un lugar de belleza incomparable, un reflejo de la gloria y la santidad de Dios.

Salomón reunió a los líderes de Israel y a todo el pueblo para la dedicación del templo. Los sacerdotes llevaron el arca del pacto al Lugar Santísimo, y la gloria de Dios llenó el templo de tal manera que los sacerdotes no pudieron permanecer en él para realizar su servicio. Entonces Salomón se puso de pie frente al altar del Señor, extendió sus manos hacia el cielo y oró: «Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú en los cielos ni en la tierra. Tú cumples tu pacto y muestras misericordia a tus siervos que caminan delante de ti con todo su corazón. Pero, ¿es posible que Dios more verdaderamente en la tierra con los hombres? Los cielos, incluso los cielos de los cielos, no pueden contenerte, ¡cuánto menos este templo que he construido! Sin embargo, escucha la oración de tu siervo y su súplica, oh Señor, mi Dios».

Dios respondió a la oración de Salomón y le dijo: «He escuchado tu oración y he elegido este lugar para mí como casa de sacrificio. Si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta para devorar la tierra, o si envío pestilencia entre mi pueblo, y si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla, ora, busca mi rostro y se aparta de sus malos caminos, entonces yo escucharé desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra».

Así, el templo de Salomón se convirtió en el centro de adoración para el pueblo de Israel, un lugar donde podían acercarse a Dios y experimentar su presencia. A través de los siglos, el templo sería un recordatorio de la fidelidad de Dios y de su deseo de habitar entre su pueblo, guiándolos y bendiciéndolos conforme a su voluntad santa.

LEAVE A RESPONSE

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *