Biblia Sagrada

Noé: Un Acto de Fe y Redención en Tiempos del Diluvio

Había una vez un hombre de gran entereza y fe llamado Noé. Vivía en tiempos en los que la maldad de la humanidad había alcanzado un punto tan alto que desgarraba el corazón de Dios. En el libro del Génesis, capítulo 6, se relata la historia del gran Diluvio primero en términos generales y más tarde desde la perspectiva de Noé.

Cuando la Tierra comenzó a llenarse de personas, los seres espirituales llamados «los hijos de Dios» se sintieron atraídos por las hijas de los hombres y comenzaron a casarse con ellas, dando lugar a una raza de gigantes, conocidos como los Nefilim. Pero toda esta actividad sobrenatural y la creciente población humana habían llevado a que la iniquidad se multiplicara sobre la faz de la tierra, lo que culminó con la decisión dolorosa de Dios de «acabar con toda carne», borrando de la faz de la Tierra a todos los seres vivos, desde los hombres hasta los animales, las criaturas que se arrastran y las aves del cielo.

Noé, sin embargo, era un hombre justo que, a diferencia de sus contemporáneos, caminaba con Dios. Notando la fe y la bondad de Noé, Dios decidió salvarlo a él y su familia. Dios le indicó a Noé que construyera un arca de ciprés, una embarcación gigantesca con dimensiones específicas, y cubrirla por dentro y por fuera con brea.

Dentro del arca, Dios ordenó a Noé llevar a su esposa, sus tres hijos (Sem, Cam y Jafet) y las esposas de sus hijos. No se detuvo ahí, sino que también envió a Noé instrucciones precisas para que llevara representantes de todas las especies de la vida en la tierra, macho y hembra, para que se conservaran durante el Diluvio. De algunas especies, Dios ordenó llevar siete parejas, mientras que de otras solo una. Además, debía almacenar comida suficiente para su familia y todos los animales.

Mientras el mundo alrededor de Noé continuaba en su locura y pecado, él obedeció las órdenes de Dios, sin dudar. Construyó el arca, recopiló a los animales y almacenó comida. Cuando finalmente estuvo todo listo, Noé y su familia entraron en el arca, y llovió sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, borrando toda vida bajo el cielo.

Cuando las aguas finalmente replegaron, Dios permitió a Noé y su familia salir del arca. Noé construyó un altar y sacrificio animales a Dios en acción de gracias y adoración. Satisfecho, Dios prometió en su corazón nunca más maldecir la Tierra o destruir a todos los seres vivos, a pesar de la maldad innata del corazón humano desde su juventud. Como tangible señal de este pacto, Dios puso el arco iris en las nubes.

Así, Noé y su familia comenzaron una nueva vida, habitando la tierra ahora vacía, pero llena de promesas de esperanza y renovación. La historia de Noé es un testamento eterno de la justicia de Dios, pero también del amor y la misericordia divina, siempre dispuesto a salvar a quienes le son fieles incluso en tiempos de juicio.

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