Una vez, hermanos, no quiero que ignoren que nuestros antepasados estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar. Fueron todos bautizados en Moisés en la nube y en el mar, comieron el mismo alimento espiritual y bebieron la misma bebida espiritual. Bebieron de la roca espiritual que los seguía y esa roca era Cristo. Sin embargo, Dios no estaba complacido con la mayoría de ellos, por lo que fueron derribados en el desierto.
Estas cosas fueron ejemplos para nosotros, con la intención de que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. No debemos ser idólatras, como algunos de ellos; como está escrito: «El pueblo se sentó a comer y beber, y se levantó a jugar». También no debemos cometer inmoralidades sexuales, como algunos de ellos hicieron, y en un día cayeron veintitrés mil. No debemos poner a prueba al Señor, como algunos de ellos lo hicieron, y perecieron por las serpientes. Ni murmuremos, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.
Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y se escribieron para nuestra advertencia, sobre quienes han llegado los finales de los tiempos. Por lo tanto, el que piensa que está de pie, debe tener cuidado de no caer. No ha habido ninguna tentación que os haya sobrevenido que no sea humana; pero Dios es fiel, que no dejará que seáis tentados más allá de lo que podéis soportar; sino que con la tentación también hará la salida, para que podáis soportarlo.
Por ello, amados míos, huid de la idolatría. Hablo como a personas sensatas; juzgad lo que digo. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso una comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es acaso una comunión del cuerpo de Cristo? Ya que somos muchos, somos un solo pan, un solo cuerpo; porque todos participamos de ese único pan.
Mirad a Israel según la carne: ¿no tienen acaso comunión con el altar los que comen los sacrificios? ¿Qué digo, pues? ¿Que lo sacrificado a los ídolos es algo, o que un ídolo es algo? No, sino que las cosas que los gentiles sacrifican, las sacrifican a demonios, y no a Dios; y yo no quiero que tengáis comunión con los demonios. No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. ¿O acaso provocamos al Señor a celos? ¿Somos más fuertes que él?
Todo es lícito; pero no todo conviene. Todo es lícito; pero no todo edifica. Que ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
Todo lo que se vende en el mercado, coman sin hacer preguntas por motivo de conciencia; porque «del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella». Si uno de los incrédulos os invita a cenar y queréis ir, todo lo que os pongan delante, coman sin hacer preguntas por motivo de conciencia. Pero si alguien os dice: «Esto ha sido ofrecido en sacrificio», no lo coman, por motivo de la conciencia del que lo indicó, y no por vuestra propia conciencia. ¿Por qué razón iba a ser mal hablado por aquello por lo que doy gracias?
Por tanto, ya coman, ya beban, o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. No ofrezcan tropiezos ni a los judíos, ni a los griegos, ni a la iglesia de Dios; así como también yo procuro agradar a todos en todo, no buscando mi propio beneficio sino el de muchos, para que sean salvos.