Biblia Sagrada

Desierto de Tentaciones: La Prueba y Triunfo de Jesús

Entonces, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y cuando había ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo hambre.

Y el tentador se le presentó y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan. Pero Jesús respondió: Está escrito: El hombre no vive sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, y lo puso en la cumbre del templo y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, arrójate al vacío, porque está escrito que Dios ordenará a sus ángeles que te protejan, y te levantarán en sus manos para que no tropieces con las piedras. Jesús replicó, También está escrito, No tentarás al Señor tu Dios.

Otra vez, el diablo llevó a Jesús a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: Todo esto te daré, si te postras y me adoras. Jesús le respondió: Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y solo a él servirás.

Entonces, el diablo lo dejó, y he aquí, vinieron ángeles y le ministraron.

Al escuchar que Juan había sido entregado, Jesús se retiró a Galilea. Abandonó Nazaret y fue a vivir a Capernaum, que está cerca del mar, en los límites de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles, el pueblo que vivía en tinieblas vio una gran luz; sobre aquellos que vivían en la región sombría de la muerte, una luz resplandeció.

Desde entonces, Jesús comenzó a predicar: Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca.

Caminando junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, que estaban echando su red al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: Síganme, y los haré pescadores de hombres. Al instante dejaron sus redes y lo siguieron.

Desde allí vio a otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan, que estaban en el barco con su padre Zebedeo, reparando sus redes. Jesús los llamó, y ellos, dejando inmediatamente el barco y a su padre, lo siguieron.

Jesús recorrió toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino, y curando toda enfermedad y toda dolencia entre la gente. Y su fama se extendió por toda Siria. Y le trajeron todos los que estaban enfermos, afligidos con diversas enfermedades y tormentos, endemoniados, epilépticos y paraliticos; y los sanó.

Y le seguían grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y de la región al otro lado del Jordán.

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