Para el director de música; ambientado en Shushan Eduth. Michtam de David, para enseñar; cuando luchó con Aram-naharaim y con Aram-zobah, y Joab regresó, e hirió a Edom en el Valle de la Sal doce mil.
Había una vez un gran conflicto entre la nación de Israel y Aram-naharaim, así como con Aram-zobah. El rey David, un valiente y noble guerrero, lideró la batalla. Sin embargo, parecía que Dios nos había abandonado; nuestra nación fue fracturada y vimos su ira. Nos sentimos desesperados y roto, pero clamábamos al cielo: «¡Oh, Dios, restaura nuestra fortaleza de nuevo!»
La tierra temblaba de miedo y sufrimiento, se atormentaba. «Por favor, sana sus heridas», orábamos, «porque está temblando». Habíamos visto dificultades y sufrimientos grandes, pero siempre recordábamos los buenos tiempos. Habíamos tenido que beber el vino de tartamudeo, traído por el caos de la guerra.
Pero Dios nos proporcionó un estandarte para los que le temen, una señal esperanzadora que pudimos mostrar a causa de la verdad. Rogamos por la salvación de nuestros amados, que Dios nos oiga y nos salve.
Dios habló en su santidad: » Exultaré; dividiré Siquem y repartiré el valle de Sucot». Nuestras tierras eran nuestras de nuevo; Gilead era mío, Manasés también; Efraín, la defensa de mi cabeza, y Judá, mi cetro. Moab fue reducida a una vasija de lavado; lancé mi zapato sobre Edom, y Filistea debería temerme.
Preguntamos en oración: «¿Quién nos llevará a la ciudad fuerte? ¿Quién nos ha guiado hasta Edom?» Aunque parecía que Dios nos había abandonado, sabíamos que no había renunciado a nosotros, y que continuaba con nuestro ejército.
Rezamos para que nos ayudara contra nuestros enemigos, ya que la ayuda de los hombres parecía inútil. Pero a través de Dios, sabíamos que podríamos hacer valientemente, porque es Él quien pisa a nuestros adversarios. Nuestra fe en Él nunca flaqueó, y sabíamos que con Él a nuestro lado, nuestra victoria estaba asegurada.
Este fue un tiempo de lucha intensa, un tiempo en que nuestra fe y confianza en Dios fueron puestas a prueba. Sin embargo, a través de nuestras luchas, aprendimos la importancia de depositar nuestra confianza en Dios y de buscar Su ayuda en todos los desafíos de la vida. Fue una lección que nos recordó a todos la bendición y amor eterno de Dios, incluso en los momentos más oscuros.